
EL DON DE LA SALVACIÓN
4) Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5) aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7) para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9) no por obras, para que nadie se gloríe. 10) Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (Efesios 2:4-10)
Es costumbre hacer un regalo al familiar querido o al amigo cuando cumple un año más. Este obsequio, cuyo valor económico no importa, es una expresión de amor, de puro afecto. Una madre regalará a su hijo lo mejor de sí, pues le ama por el sólo hecho de ser carne de su carne, sangre de su sangre.
Aún el hijo más malo obtendrá el cariño y los regalos de su madre. La conducta de la persona que recibe el regalo no tiene importancia si ésta es amada. Una dádiva es nada más que eso: un obsequio, a veces hasta un favor inmerecido. Regalo, obsequio, presente, dádiva, son palabras sinónimas y se refieren todas a una entrega gratuita a alguien amado. Los regalos son para los hijos y los amados, nunca para los desconocidos.
EL DON DE LA SALCACIÓN
La Biblia llama a esto "don" o "gracia". Dios nos colma de sus beneficios (Salmo 68:18); el alimento y todo lo que reporta nuestro trabajo es un don o regalo del Señor (Eclesiastés 3:14); mas también Él nos da dones espirituales (Romanos 12:6-8) que pueden ser ministrados por sus siervos (Romanos 1:11). Un don no es algo que ganemos por nuestro esfuerzo personal, sino un obsequio de Dios, un favor inmerecido. Es muy importante entender esto para comprender y aquilatar el don de la salvación.
No hay más hermoso y grande don que el que hemos recibido en Cristo. Cuando nosotros vivíamos en pecado, sin creer en Él ni obedecerle; cuando vivíamos en nuestras culpas y juzgábamos a nuestros prójimos sin misericordia; cuando sólo nos amábamos a nosotros mismos y vivíamos en el egoísmo y la indiferencia; cuando éramos ignorantes de la esperanza de Jesucristo.
El se apareció a nosotros y nos trajo el regalo de Su salvación, no por obras que nosotros hubiésemos hecho, sino por Su obra redentora en la cruz (Efesios 2:4-10). "Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; No por obras, para que nadie se gloríe".(Efesios 2:8,9).