
Este es tu Momento
Durante más de cuarenta años, el custodio de la iglesia, conocido como el Señor John, puso sus habilidades para arreglarlo todo, al servicio de los demás en un pequeño pueblo de la Florida. Él y su esposa Laverne, la secretaria de la iglesia, eran los buenos samaritanos del pueblo. No tenían mucho, pero eran las personas a las que todos acudían si había que arreglar una cerca, si el auto se dañaba, o si los niños necesitaban ropa para ir al colegio.
De repente, su suerte cambió. Unos pocos años después de que el Señor John y Laverne se jubilaron de sus trabajos en la iglesia, hubo un incendio en su vieja cabaña. La mitad de su hogar quedó en ruinas.
Antes de que la pareja pudiera salvar lo que quedó de sus haberes, entraron los ladrones. Arrancaron la tubería de cobre e inundaron lo que habría quedado en la casa, destruyéndolo todo.
El dinero del seguro no alcanzó para reconstruir. Eran tiempos difíciles para todos. La recesión había dejado a muchos de los habitantes del pueblo sin empleo, esforzándose por salir adelante. El Señor John y Laverne no querían incrementar la carga de ninguno de ellos pidiéndoles ayuda.
De lo que no se habían dado cuenta era de que había llegado su momento. Era su momento para cosechar las recompensas de su fe, de su bondad y de su generosidad. Después de tantos años de bendecir a los demás, les había llegado el momento de ser bendecidos.
El Señor John y Laverne no tuvieron que pedir ayuda. Los amigos y vecinos simplemente llegaron uno a uno. Todos metieron el hombro, ofreciéndoles dinero, comida, muebles, ropa, un lugar donde quedarse.
Luego apareció un constructor local.
Su negocio tampoco iba muy bien, pero durante los años, le había ido bien construyendo casas lujosas. Jamás había olvidado que veinte años atrás, cuando era un voluntario adolescente en su iglesia, había aprendido nociones básicas de carpintería gracias al amable Señor John.“Toda mi vida he estado esperando el momento de recompensárselo”, dijo el constructor.
Fue así como consiguió un arquitecto, especialistas en techos, plomeros, electricistas, carpinteros y otras personas expertas en distintos campos para construir el nuevo hogar del Señor John y Laverne, casi dos veces más grande que su antigua cabaña. Estas personas donaron su tiempo y los materiales y recaudaron dinero para pagar lo que la compañía de seguros no cubría. Cuando la agradecida pareja, ya mayor, se pasó a vivir a su linda y nueva cabaña, la llamaron “la casa que el amor construyó”.
Dios sabe cómo hacer las cosas aún cuando parece que no hay cómo hacerlas. Dios ha puesto promesas en cada corazón. Tú tienes sueños y deseos, cosas que quieres lograr, situaciones que quieres que cambien. Pero, con demasiada frecuencia renuncias a esos sueños porque toman demasiado tiempo, o porque intentaste y fracasaste, o porque tuviste una desilusión, o porque alguien no te trató bien.
Tal vez te has vuelto conformista. Tal vez no estás buscando lo que Dios ha puesto en tu corazón. Pero quiero animarte a que atices de nuevo tu fuego. Debes estar lleno de esperanza. Es posible que las cosas estén tardando mucho, pero Dios es un Dios fiel. Está diciendo que no importa cuánto tiempo haya pasado, que no importa qué tan imposible parezca, si no pierdes la fe, llegará tu momento.