
La Ley de Dios en Mí
"Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio." Romanos 2:14-16
Gentiles se llama a los no judíos, es decir nosotros, los que no pertenecemos al pueblo de Israel. Somos esos gentiles y la Palabra dice "los gentiles que no tienen ley". Se refiere a la Ley de Moisés. Toda nación tiene sus leyes civiles pero aquí se refiere a la Ley de Dios que fue traspasada al pueblo de Israel por intermedio de Moisés.
Y si nosotros los gentiles, los no judíos, cumplimos la Ley de Dios o sea amamos a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, significa que tenemos la Ley instalada dentro nuestro.
Entonces tendríamos la Ley de Dios escrita en nuestro corazón, de lo cual daría testimonio nuestra conciencia. Como seres pensantes nos damos cuenta cuando actuamos mal y cuando actuamos bien.
Cuando los gentiles nos presentemos delante de Dios para el juicio final nuestros propios razonamientos nos acusarán o defenderán delante del Dios de Verdad acerca del comportamiento que tuvimos en la vida.
Dice el apóstol Pablo que un día "Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres". Todo lo que hoy guardamos en secreto, lo que no contamos a nadie porque nos avergüenza o tenemos temor de que lo sepan otros, todo ello un día quedará al descubierto, estaremos desnudos frente al Trono de Dios.
Hasta aquí el texto puede parecernos amenazante y terrible. Preferiríamos cerrar el Libro pero hay una palabra clave en este fragmento y es "conforme a mi evangelio".
Evangelio significa "buena noticia". El mensaje de Jesucristo es el Evangelio, la buena noticia. ¿Y cuál es esa buena noticia? Que Dios ha decidido perdonarnos si nosotros creemos en Su Hijo Jesucristo y estamos sinceramente arrepentidos de nuestros pecados. En ese caso nuestra comparecencia ante el Trono de Dios será protegida por Uno que murió por nosotros, Jesucristo, nuestro abogado. Como dice San Juan:
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo."
¿Aceptará usted a este Abogado celestial o preferirá presentarse solo o sola ante el Trono de Dios con sus propios argumentos, defensas y obras?