Hechos 16.25-40
El tercer miembro de la iglesia de Filipos llega a Cristo por un camino muy diferente. Obedeciendo órdenes injustas había metido a Pablo y Silas en la celda más segura. Pero ellos estaban listos a pagar con gozo y serenidad el privilegio de sufrir por Cristo (Filipenses 1.29).
Al borde del suicidio (26-27). De pronto Dios obra. La tierra tiembla, las paredes que sujetan los grillos se mueven, los presos quedan sueltos. La ley romana es rígida y el carcelero sabe que su vida peligra. ¡Pero a un paso de la muerte encontrará la vida!
¿Qué hacer para ser salvo? (28-34). Pablo, conocedor profundo de las leyes romanas, entiende bien lo que le pasa al carcelero, y es por ello que eleva la voz (28) y se adueña de la situación.
En esta hora crucial, la pregunta del carcelero encuentra la respuesta segura pronunciada por quienes han demostrado ya el poder de la fe: “Cree en el Señor Jesucristo”. ¿Qué va a significar creer para el carcelero?
La fe se demuestra en obras (33-34). Al igual que Lidia, la fe de este nuevo creyente se expresa en forma bien concreta. Nota todo lo que hace después de convertirse. ¿Has visto efectos similares en tu vida y en la de otros?
El ciudadano consciente (35-40). Hombre de su tiempo y conocedor de su mundo. Pablo quiere dejar en claro la injusticia. Hoy más que nunca se necesitan hombres como Pablo, conocedores de su nación, conscientes de sus privilegios y derechos, confiados en su Dios, gozosos en el sufrimiento, y siempre dispuestos a proclamar a Cristo cueste lo que cueste.
Oración. Señor, ayúdanos a mostrar en obras la fe que nos ha dado, y a ser ciudadanos conscientes, así como testigos valientes.