Hechos 10.1-16
Lo importante es que Dios es el que prepara el camino para el cambio. Aquí lo vemos trabajando en dos hombres independientemente para luego realizar sus propósitos a través de su encuentro.
Cornelio el romano (1-8). El oficial ya tenía mucho a su favor (2), pero lo más importante le faltaba aún: creer en Jesucristo y recibir el perdón de sus pecados. Dios tomó la iniciativa y le envió un ángel.
Aunque éste podría haberle hablado de Jesús, Dios prefirió que otro hombre como Cornelio (26) lo hiciera. El ángel sólo sirvió para orientarle en su búsqueda. Los ángeles no son los que proclaman el Evangelio; lo proclaman los hombres.
Pedro el judío (9-16). ¡Problema! El mensajero no se encontraba todavía dispuesto para que lo enviaran a la casa de Cornelio. Sus prejuicios eran fuertes y muy arraigados. Con firmeza y con paciencia Dios tuvo que enseñarle que él no acepta la respuesta: “Señor, no”, ante sus exigencias (14).
Para pensar. Si estoy buscando a Dios como Cornelio, puedo estar seguro de que él me conducirá a la persona que me podrá indicar “lo que es necesario que haga” (6).
Si soy como Pedro, resistiendo a la voluntad de mi Señor, puedo también estar seguro que si me dispongo en sus manos, su misericordia vencerá mi resistencia.
Oración. Señor, mis tradiciones y prejuicios me pueden atar e impedir que sea un mensajero dispuesto para hacer toda tu voluntad.
Libérame y envíame como lo hiciste con Pedro. Ayúdame a combatir los prejuicios con el poderoso Evangelio de Cristo.