Seremos desafiados. Ya sea mediante unas relaciones complejas, un trabajo difícil o unas situaciones que requerirán tener más fe, Dios nos ensanchará espiritualmente.
Al aceptar riesgos podemos sentir dudas, indecisión y temores. O, podemos pensar que somos ineptos o incompetentes. Pero no son razones para decir “no” a una tarea que Dios nos dé, sino oportunidades para confiar en el Señor.
Podemos contar con la presencia del Señor. Es imposible que los creyentes vivan siquiera un día sin la presencia de Dios (He 13.5). La relación que tenemos con Él por medio de Jesucristo es permanente. El amor que nos tiene nuestro Padre celestial es firme y profundo, y sus promesas son seguras. Cuando Él nos pide que nos aventuremos a salir de nuestra agradable rutina, podemos obedecer porque Él está a nuestro lado.
El poder del Espíritu Santo está con nosotros. El Espíritu de Dios vive dentro de cada creyente, y nos da el poder para tener la victoria. Cuando desmayamos, Él nos fortalece. Cuando tropezamos, Él nos sostiene. Y cuando caemos, Él nos levanta.
¿Qué le está pidiendo Dios que haga, que representa un desafío para usted? Recuerde que cuando Él nos invita a que demos un paso de fe en medio de la incertidumbre y aceptamos los riesgos, podemos confiar en su presencia y en su poder para prepararnos.