Al principio Micaías, que es uno de los héroes del Antiguo Testamento, puede parecer un individuo ofuscado tenazmente y con un hiriente sentido del humor. Insiste en que transmitirá el mensaje del Señor (13-14).
Luego repite burlonamente las palabras mentirosas de los falsos profetas (15) antes de decir que la expedición terminará con un desastre (17) y en la muerte de Acab.
La extraordinaria escena descrita en los versículos 19-22 significa ciertamente que Dios permitió que los falsos profetas se equivocaran, como parte de su plan para juzgar a la familia de Acab.
Los malos espíritus se deleitan en difundir mentiras y dañar a los hombres. A veces Dios permite que sean engañados los que quieren ser engañados.
Desde un punto de vista, es aterrador pensar en que tales fuerzas espirituales están obrando en el mundo, hasta que recordamos que Dios tiene la última palabra; que el mismo Satanás fue derrotado en el Calvario, y que Jesús dice que él es quien posee “toda potestad”.
Ningún poder está por encima de él. Todos se sujetan a él. Satanás, el príncipe de este mundo, es un enemigo aplastado.
Para pensar. ¿Cómo se relaciona en versículo 17 con Marcos 6.34 y Juan 10.14)?
Oración. “Doblega, oh Señor, todas las fuerzas de la crueldad y el error. Derrota todos los designios de inspiración egoísta y mundana. Y prospera todo lo que entre nosotros sea concebido en el espíritu de Cristo. Y realizado en honor de tu bendito nombre”.