Consecuente con la Palabra. Una Reflexion Cristiana de Charles Stanley
La voz de Dios nunca nos va a decir que emprendamos ninguna actividad o relación que no sea consecuente con las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, oigo que algunos dicen: «Cuando oro me siento muy culpable. Me siento condenado. Imagino que Dios me está apuntando con el dedo y me resulta sumamente difícil pedirle algo».
Si hemos confesado nuestros pecados, si nuestra vida está limpia (hasta donde lo sepamos), y si no estamos en actitud de desobediencia, pero todavía nos sentimos culpables y condenados, entonces debemos entender que esa voz viene directamente del diablo.
Sabemos que esto es así porque Romanos 8:1 nos informa que «ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús». La voz acusadora no es consecuente en absoluto con la Palabra escrita de Dios; por consiguiente la culpa es falsa y es un dardo de condenación satánico.
Si ignoramos la Palabra de Dios y no la atesoramos en nuestra vida, cuando se presenta Satanás nos dejamos engañar con toda facilidad, pues Dios jamás nos pide que hagamos nada en contradicción con su Palabra. Cuanto mejor la conozcamos, tanto más fácilmente podremos reconocer su voz al hablarnos.
Si consideramos necesario tomar una decisión sobre alguna relación, acudamos a la Palabra de Dios y veamos lo que dice acerca de las relaciones. Si se trata de las finanzas, veamos qué es lo que dice la Biblia acerca de ellas.
Cualquiera sea nuestra necesidad, alguna porción de las Escrituras puede ofrecernos la dirección correcta que nos hace falta. Si lo que oímos en la oración no está de acuerdo con las Escrituras, entonces lo que oímos no es de Dios; es otra voz, la de Satanás y sus huestes o la de la carne. La voz de Dios jamás incluye información alguna que pueda violar los principios de las Escrituras.