En el versículo 9, Pablo comparó a la iglesia con un campo. Ahora la presenta como un templo, en el que se notan: los obreros de la construcción (9), el arquitecto local (10), el fundamental (11), los materiales (12) y el examen que se le hará en el futuro.
Jesucristo es el cimiento (10-15). Podemos fundar nuestra fe cristiana sobre las buenas obras, el humanismo, la liberación o la ciencia, pero tarde o temprano, esta base se desmoronará. El único, solo y absoluto fundamento es Cristo. ¿Qué quiere decir esto?
- Que si solo hay un cimiento, y es así, sólo puede haber una iglesia cristiana, de modo que los partidos, grupos y grupúsculos en la iglesia, son inconsistentes con la verdadera dependencia de Cristo.
- Que si nos proclamamos seguidores de otro que no sea Cristo, le traicionamos cruelmente.
- Que el auténtico servicio no lo probará la popularidad o el éxito sino el juicio de Cristo (13-15).
Los cristianos son el templo de Dios (16-17). Apartado para su servicio, habitado por el Espíritu, el pueblo de Dios, su iglesia, es el templo de Dios. Aquí se da en sentido global, pero en 6.19 el templo del Espíritu es cada uno de los creyentes. La idea de templo envuelve la imagen del pueblo adorando a Dios y Dios morando en el pueblo.
Para pensar. En la práctica, ¿Qué significa que la iglesia sea el templo de Dios? ¿En qué medida reconocemos este hecho bíblico? ¿Cómo nos afecta en la vida diaria?
Oración. “Cuán firme cimiento se ha dado a la fe, de Dios en su eterna palabra de amor”.