Definiendo el Objetivo de Nuestra Vida Espiritual | Reflexiones Cristianas | Oswald Chambers
"Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo." Filipenses 1:20
Lo máximo de mí por lo supremo de Él. "Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado".
Todos nos sentiremos muy avergonzados si no le rendimos a Cristo las áreas de nuestra vida que Él nos ha pedido. Es como si Pablo estuviera diciendo: "Mi determinación es dar lo máximo de mí por lo supremo de Él. Lo mejor de mí para su gloria". Llegar a este nivel de decisión es cuestión de voluntad, no de argumentos ni de razonamientos.
Es una absoluta e irrevocable rendición de la voluntad en esas áreas. Lo que nos impide tomar esa decisión es el indebido interés y consideración por nosotros mismos, aunque lo encubrimos con el pretexto de que nuestra preocupación es por otras personas.
Cuando pensamos en lo que les costará a otros nuestra obediencia al llamado de Jesús, le decimos a Dios que Él no entiende lo que eso significa. Él sí entiende, ¡no nos salgamos del tema! Desechemos cualquier otro pensamiento y mantengámonos delante de Dios con un solo propósito: Lo máximo de mí por lo supremo de Él. Estoy decidido a ser absoluta y enteramente de Él, y sólo de Él.
Mi irrefrenable determinación por su santidad. Si implica vivir o morir, ¡no importa! (ver Filipenses 1:21). Pablo decidió que nada lo iba a apartar de hacer exactamente lo que Dios quería. Pero, antes de que nosotros escojamos obedecer la voluntad de Dios, se debe presentar una crisis en nuestra vida.
Debido a nuestra tendencia a ser indiferentes a sus suaves llamados de atención, Él nos coloca en una situación en la que nos pide que seamos lo máximo para Él, pero nosotros empezamos a discutir. Entonces, Él de manera providencial ocasiona una crisis durante la cual debemos decidir en favor o en contra.
Ese momento se convierte en una gran encrucijada de nuestra vida. Si una crisis te ha sobrevenido en cualquier área, somete absoluta e irrevocablemente tu voluntad a Jesús.