Ese es un detalle. Otro detalle que tampoco se nos dice aquí es que todos huyeron; simplemente se indica que Jesús solicitó que se les permitiera irse.
Los demás evangelios son más explícitos. Si allí hubiera terminado la historia de Jesús, hubiera sido un final muy triste para los discípulos también. ¿Cómo sería el nuestro si debiera terminar repentinamente ahora?
Los soldados. Otro grupo se acercó. Eran los que iban a prenderle con palos y antorchas. No sabemos si se trataba de exaltados, de profesionales (dudoso), de malandrines dispuestos a cualquier cosa por paga, de empleados forzados a hacerlo. De todos modos, les tocó jugar un papel sucio, conformista.
El traidor. Su nombre se ha quedado indeleblemente unido a su pecado. Eso nadie podrá borrarlo. El había sido discípulo de Jesús y la prueba es que conocía bien el lugar en que se reunía con los suyos. Sin duda, la intimidad de que había disfrutado era total. ¿Qué haremos ante él y ante los Judas que siguen surgiendo en nuestro medio?
El apóstol atrevido. ¿Qué diremos de Pedro? ¿Lo criticaremos? ¿Lo alabaremos por su valor? En el fondo, desobedeció a Jesús y eso no se puede defender nunca. Hizo lo mejor que pudo, hizo mucho más que cualquier otro, pudo haber sido muerto y sin embargo erró por seguir sus impulsos. ¿No nos pasa lo mismo con frecuencia?
Jesús. Basta con indicar la frase que él repitió: “Yo soy”. La había usado a menudo. La había usado poco rato antes hablando con los suyos. ¿Qué nos dice la actitud de Jesús en esa hora?
Oración. Tanta necesidad tengo, Señor, de ser un discípulo fiel en las horas cruciales de la vida.