1 Corintios 1.26-31
Aunque la Biblia sostiene que Dios no hace acepción de personas (Hechos 10.34-35 y Romanos 2.11), él sin embargo elige lo que nada sirve a los ojos del mundo. Elige al débil, al humilde, al pobre, al despreciado (27-29).
Los favoritos de Dios son los desechados por la gente. Y esto se basa en una gran verdad: sólo los que se sienten necesitados de Dios, pecadores (no justos), humildes (no arrogantes) débiles (no poderosos) son los que buscan y optan por Dios. ¿Con qué propósito ha elegido Dios a estos desechados de los hombres? (27-29).
El pecado básico del cristianismo puede ser creerse con derecho a desear el reconocimiento de todos. Al contrario, sólo cuando sabemos que nada sabemos, y que nada podemos hacer, porque Dios lo hace todo, comienza la vida verdaderamente cristiana.
¿Cuándo el creyente es fuerte? Cuando reconoce sus limitaciones, sus debilidades, su falta de poder. Entonces, ¡fuera con nuestra arrogancia!
Cristo (30). Cristo es para nosotros cuatro cosas. Sabiduría: en él poseemos conocimiento y comprensión que el mundo nunca soñó. Justicia: en Cristo, Dios nos ha puesto en relación correcta con él. Santificación: sólo en Cristo la vida puede ser lo que debe ser.
Y sólo en él podemos mantener una conducta limpia ante el mundo. Redención: “Jesucristo puede redimir al hombre de sus pecados pasados, de su impotencia presente y de su miedo al futuro”.
Para pensar. Piensa en los instrumentos de la elección de Dios (26), la finalidad (27-28) y el principio de esta elección (29).
Oración. Gracias, Señor, por tu soberana elección a nuestro favor. Gracias por regalarnos a Cristo y hacerlo para tu pueblo sabiduría, justicia, santificación y redención.