2 Corintios 5.10; Juan 6.39; Gálatas 6.7-8; 1 Pedro 1.23
Si esa simple declaración es cierta, entonces esa es la verdad más grande que pueda ofrecerse al hombre. J. Middleton Murry dice: “Y si los hombres no se interesan en el Reino, la vida les enseñará esa misma lección.
No puede abusarse de la vida. Al juicio de Dios el hombre no llevará sino una vida, la vida que vivió, y el juicio de Dios y el juicio de la vida son uno mismo”. (Heroes of Thouht, p.24)
Dos líneas de experiencia humana, conducidas en su mayor parte independientemente, están convergiendo: el cristiano y la conciencia. La vida las está llevando al mismo lugar.
Un día la ciencia pondrá todas sus cartas sobre la mesa y dirá: “Esta es la manera de vivir; ésta no”. Y cuando nosotros veamos, nos sorprenderemos y exclamaremos: “Pero si la manera de vivir que tú nos señalas es la manera cristiana y la que tú rechazas es la que se aparta de Cristo”.
El hombre de ciencia dirá: “Sobre eso, no puedo opinar; lo que sí puedo afirmar es que la vida confirma esa manera”. La manera cristiana de vivir está escrita en la constitución de las cosas.
Es la manera natural de vivir. Me tocó escuchar a dos personas ofreciendo el mismo veredicto. Una de ellas era un especialista en nervios, que había tenido que tratar enfermos de los nervios toda su vida, y esta fue la conclusión a que llegó: “La vida cristiana es simplemente sentido común”.
La otra era un joven brillantísimo, que comenzaba a experimentar con la vida. Este dijo: “El modo cristiano de vivir es eso nomás: sentido común”. El joven, por medio de la intuición, y el doctor después de una larga vida cargada de experiencias, coincidieron en un mismo punto: el cristianismo es el camino natural.
Si queremos caminar contra la naturaleza nos complicaremos; nuestra vida irá de confusión en confusión.
Dios, de lo más recóndito de mi ser, de mis nervios, de mis tejidos, de mi sangre, ¿cómo podría pecar contra ti sin pecar contra mi mismo? Tus juicios son rápidos y seguros, porque son inherentes. No puedo escapar de ellos. Quiero huir hacia Ti. Amén
Tomado del libro: Vida en abundancia