"Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor" 2 Corintios 16:19
La Iglesia apostólica se multiplicaba en las casas en pequeños grupos, la iglesia en casa. En el Ministerio del Buen Samaritano llamamos a esos núcleos o células: los mesones (Hechos 6:7; Hechos 5:42). Es "la iglesia que se reúne en su casa" (Romanos 16:5).
Hoy por hoy la iglesia vuelve al hogar. De un modo más frecuente el Señor inspira en los cristianos el deseo de abrir las puertas de sus hogares a la evangelización. Más que un método de crecimiento, esto surge como un anhelo de compartir la experiencia cristiana con familiares, vecinos, amigos y compañeros de trabajo.
En el hogar la iglesia recupera la intimidad del cenáculo, la espontaneidad e informalidad que requiere para ser más atractiva a las gentes de estos tiempos. Personas que asisten a estas reuniones me han confesado que para ellos habría sido imposible acercarse al Señor a través de "asistir a una iglesia". El estilo de estas actividades es tan agradable que les ha permitido tener un encuentro personal con Jesús, un Cristo sin etiquetas.
Recordemos que vivimos en un contexto cristianizado, donde hay muchos prejuicios religiosos, en que cada persona defiende su postura atea o de pertenencia a cierta religión y temen ser sacadas de sus iglesias o confundidas. La iglesia en casa o mesón es una modalidad, ya presente en la era apostólica, que permite un "acercamiento sin riesgo" para ellos.
Abramos nuestros corazones y hogares al amor de Dios. Abra usted las puertas de su casa, por lo menos una vez al mes, y experimente el poder evangelizador de su testimonio de amistad cristiana. ¡Qué el Señor le bendiga!
Haga llegar este mensaje a sus amigos.
"Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas"
(Juan 12:46)