ES MEJOR LA PRUDENCIA
"No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras."
Eclesiastés 5:2
Somos muchas veces apresurados en hablar, opinar o prometer; somos impulsivos y entusiastas, y no pensamos en las consecuencias. Por eso es tan importante reflexionar antes de abrir nuestros labios.
Acostumbramos hablar sobre temas que no hemos profundizado y erramos en nuestras opiniones, entonces encontramos oponentes y carecemos de argumentos para defender nuestras posiciones.
Opinamos y se abre una brecha con el prójimo, surge la rivalidad y la completa oposición. Nos hacemos de enemigos. Prometemos sin tener en cuenta las propias capacidades y tampoco si es la voluntad del Señor.
En verdad pecamos de imprudencia, de lo cual debemos arrepentirnos. La prudencia es esa capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan. Si somos prudentes tendremos que adecuar o modificar nuestra conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.
La prudencia es una virtud que el Espíritu Santo desea desarrollar en el cristiano. Se puede decir que la prudencia consiste en discernir y distinguir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia.
Por lo tanto, no nos demos prisa en hablar y emitir opiniones o juzgar o en prometer delante de Dios. En verdad Dios es Todopoderoso y Omnisciente y Él todo lo puede y sabe lo que hay en nuestro corazón, de lo que somos capaces y de lo que no.
Por eso no es conveniente jurar o prometer delante de Dios si después no hemos de cumplirlo. Él está en el cielo y todo lo puede, nosotros estamos en la Tierra, somos humanos débiles, cambiantes y nos conocemos muy poco a nosotros mismos. Es preferible callar y hacer cuanto esté en nuestras manos en silencio.