El estar bajo su dirección nos hace ver y entender la esencia de ser sus hijos, el camino de su voluntad y el alcance de su protección.
Cuando no estamos en contacto directo y personal con su Espíritu Santo llegamos a desatender a su guía. Pero si vivimos en la comunión con el Espíritu Santo, tenemos la certeza de que hemos sido hechos hijos suyos (Ro 8:16), y que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios (Ro 8:14).
"Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Romanos 8:15)
Al tener la seguridad de que su mano nos guiará, así como lo expresa el salmista David: "Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra." (Salmos 139:9, 10), no hay lugar para el temor. Somos Hijos de Dios, amados de Él. Sus ojos están puestos sobre nosotros. No hay un sólo lugar de donde podamos escaparnos a su mirada. Está atento aún a esa situación de la cual pensamos que está afuera. Muchas veces Él está esperando que seamos nosotros los que lo involucremos y le demos el control.
El Señor tiene autoridad y poder sobre todas las cosas, pero comenzará a actuar en aquellas situaciones en que le demos lugar, busquemos realmente su voluntad y no la nuestra. Muchas veces pedimos: ¿Señor, que debo hacer? esperando oír lo que creemos mas conveniente según los parámetros de nuestro entendimiento. Pero cuando recibimos la respuesta de Dios, nos rehusamos a aceptarla y a actuar en consecuencia a ella.
Entonces cabe una pregunta: ¿Realmente buscábamos su voluntad o queríamos que Él nos dijera lo que deseábamos, tal vez para no sentirnos mal o con otras intenciones? Debemos cuidarnos aun de nosotros mismos, examinar lo íntimo de nuestro corazón y asegurarnos de desear en primer lugar su perfecta voluntad.
Cuando amamos su voluntad, y entendemos que no hay nada mejor para nuestras vidas, podemos constantemente, cada día y ante cada situación, decir con toda seguridad y convencimiento: Señor, hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra, en mi vida, en mi familia, en mi trabajo, por que sólo tu me guiarás por sendas de justicia, me conducirás a toda verdad y me harás vivir confiado.
Permitamos que el Espíritu Santo nos llene y tome el control, por que Él nos guiará a toda verdad. (Juan 16:13) y nos dará la seguridad de que cumplirá en nuestras vidas todo su propósito (Salmos 138:8)