INTEGRIDAD Y CARÁCTER
Mientras caminamos con nuestros hijos, estamos ejerciendo influencia a través de nuestra integridad, nuestro carácter y el buen nombre que construimos con el paso del tiempo.
La integridad es el atributo de ser coherentes en nuestra forma de pensar, de expresarnos y de comportarnos. La integridad es un estilo de vida que se fortalece en el interior de nuestro ser y que se manifiesta en todos los momentos de la vida: no es negociable.
Una persona íntegra tiene una escala de valores clara y bien definida, coherencia y estabilidad, humildad, comunicación asertiva que busca el equilibrio entre el respeto y la franqueza, y motivación para el crecimiento personal de los demás.
El Diccionario de la Real Academia Española define carácter como ‘fuerza y elevación de ánimo natural de alguien, firmeza, energía’. En otras palabras, es la esencia que define quiénes somos. El carácter se desarrolla a partir del manejo apropiado de las responsabilidades.
Asimismo, la imagen pública es importante, pero transitoria: depende de las circunstancias. El buen nombre, por el contrario, es estable y genera respeto en las personas más cercanas y que nos conocen más profundamente, es decir, nuestra familia. Pero además, el buen nombre nos precede y nos abre cualquier puerta.
Nuestra integridad, carácter y buen nombre constituyen el fundamento para construir el éxito personal y facilitan el camino para que nuestros hijos lo alcancen también. Si perdemos alguno de estos tres elementos, perderemos influencia positiva en la vida de nuestros hijos. La relación se tornaría superficial y carente de una genuina empatía y conciencia del valor que tiene la familia.