Al cielo sólo entrarán quienes han recibido a Jesucristo como su Salvador, no importa cuántas buenas obras hayan hecho.
Lo que confunde con frecuencia a los miembros de iglesia que no tienen una fe verdadera, es la definición de la palabra “creer”. Creen en Dios, en Jesús y en el cielo. Pero hay una diferencia entre aceptar intelectualmente un concepto y el reconocer espiritualmente a Cristo como el Hijo de Dios y el Salvador personal de quienes le reciben. En la Biblia, cada vez que alguien cree de verdad en Jesús, cambia. Es imposible seguir siendo la misma persona después de reconocer su aguda necesidad de Él.
El ferviente deseo de la salvación comienza con el reconocimiento de que hemos pecado contra Dios. Tenemos también que estar conscientes de que no hay ninguna esperanza de salvación aparte del Señor. Después de haber entendido estas dos verdades, necesitamos confiar en Su sacrificio en pago de nuestra deuda de pecado. Algunas personas utilizan la terminología “pedir a Jesús que perdone su pecado” o “pedir a Jesús que entre en su corazón”; pero no importa cómo describamos la experiencia, si tomamos la decisión de recibir a Cristo en nuestras vida, somos salvos.
Dios promete responder a quienes reconocen con humildad el sacrificio de Su Hijo. Si usted desea estar en el cielo con Él por la eternidad, hágase esta pregunta: ¿He sido salvo? Si no lo es, ahora es el momento para que lo sea.