La felicidad está basada en tu perspectiva. Reflexiones cristianas de Joel Osteen
Leí sobre dos hombres que habían sido albañiles por más de treinta años. Estaban trabajando en un inmenso rascacielos en el centro de la ciudad.
Uno de los hombres era siempre negativo, estaba desalentado, se quejaba constantemente y aborrecía ir a trabajar. El otro hombre era todo lo contrario. Estaba emocionado por ir al trabajo cada día y tenía una actitud de fe y entusiasmo en la vida.
Un día, un amigo pasó por el lugar de trabajo y les preguntó por separado qué estaban haciendo. El primero dijo: «Ah, solo estamos poniendo ladrillos. Llevamos haciéndolo por treinta años. Es muy aburrido. Un ladrillo encima del otro».
Entonces el amigo le preguntó al segundo albañil, y a él se le iluminó la cara. Dijo: «Sí, estamos construyendo un magnífico rascacielos. Esta estructura se mantendrá en pie durante generaciones futuras. Me emociona mucho poder ser parte de ello».
La felicidad de cada albañil, o su falta de ella, estaba basada en su perspectiva. Puedes estar poniendo ladrillos o puedes estar construyendo un hermoso rascacielos. La elección es tuya.
Puedes ir a trabajar cada día, fichar y aborrecer estar allí, y hacer lo menos posible. O puedes acudir con entusiasmo y poner toda tu energía, sabiendo que estás haciendo que el mundo sea un lugar mejor.
He descubierto que nosotros creamos gran parte de nuestra propia infelicidad. Vemos lo que va mal en lugar de ver lo que va bien. Nos fijamos en lo que no tenemos en lugar de fijarnos en lo que sí tenemos. No celebramos cada día y apreciamos el regalo que Dios nos ha dado.
Hace años, un hombre que viajaba en tren conoció una exitosa pareja. La señora llevaba ropa y joyas caras. Era obvio que la pareja tenía medios. El viajero compartía su cabina en primera clase, que era muy cómoda. Pero desde el comienzo, la señora no hizo otra cosa que quejarse.
Se quejaba de que la temperatura no era adecuada, se quejaba de que no había suficiente luz, se quejaba de que la comida no era buena, y se quejaba de que su asiento estaba muy sucio. Ella hacía que todos se sintieran mal.
Durante el viaje, el viajero entabló una conversación con el esposo, y le preguntó a qué tipo de negocios se dedicaba. Él le dijo que estaba en la industria del automóvil y que Dios le había bendecido mucho. Pero añadió: «Pero mi esposa está en el negocio de la fabricación».
El viajero pensó: Eso es extraño. Es decir, a ella se le ve mucha categoría y va muy bien vestida. Parece que eso no encaja.
Él preguntó con mucha curiosidad: «¿Y qué fabrica ella?»
El esposo dijo: «Fabrica infelicidad. Ella es infeliz dondequiera que vaya».
Puede que necesites cambiar de negocio, no físicamente sino mentalmente. Sal del negocio de fabricar infelicidad.
Deja de fijarte en lo que va mal. Deja de ver los fallos y comienza a ver lo bueno. Comienza a sentirte agradecido por lo que tienes. Aprecia el regalo del presente.