Efesios 2.1-10
Dios les dio vida… Dios nos dio vida (1,
4,5), “juntamente con Cristo”. En el capítulo primero habíamos notado cómo Jesucristo es el centro que Dios ha puesto para reunir todas las cosas celestiales y terrestres.
El es el centro de la historia y del universo. ¡Qué visión majestuosa del Cristo cósmico! Y este Cristo es la cabeza del cuerpo que es la iglesia.
La iglesia es un milagro de la gracia de Dios en Cristo. Está constituida por gente que estuvo espiritualmente muerta y que Dios le ha dado vida.
Los “hijos de ira”, es decir, sujetos o expuesto a la ira de Dios, muertos para la realidad espiritual suprema, llegan a ser “hijos de Dios”. La iglesia nace de Dios.
Dios nos hizo; nos ha creado en Cristo Jesús (10). En este texto, San Pablo retoma la idea del origen divino del pueblo de Dios. Y esta vez es para reafirmar que la iglesia es la creación de Dios por medio de Jesucristo.
Y el propósito de esta acción de gracia soberana de parte de Dios, es que esa gente haga buenas obras, las cuales Dios ha preparado antes de nuestra conversión.
En su sentido estrictamente bíblico, los creyentes somos los poemas de Dios, la obra de su creación.
Pablo desarrolla además, el contraste entre la condición del hombre ajeno a la realidad espiritual (1, 3) y su percepción, posición y participación en este mundo, al estar unido a Cristo (4-10).
¿Cómo se ha efectuado esa transformación sorprendente y admirable? ¿Estás recibiendo los beneficios de lo que Dios ha hecho en Cristo para su pueblo?
Oración. “Señor, ayúdame a aprender el valor que tiene para ti un vaso de agua fría, dónde es necesario realmente y cómo usar una fuente para lavar algún pie cansado y maloliente… sin necesidad de auditorio” (Keith Miller).