La Verdadera Obediencia de los Hijos
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. Éxodo 20.12
La obediencia que Pablo ordena en Efesios 6.1 es ante todo una actitud, no el comportamiento meramente visible. La palabra griega para «obedecer» es hupakouw de una raíz que significa «oír» o «prestar atención».
Incluye la idea de escuchar atentamente y obedecer. Es por esto que Pablo citó el quinto mandamiento como un paralelo exacto: Honra a tu padre y a tu madre (v. 2, énfasis añadido).
Pablo explicó la actitud debida de la obediencia con la frase en la mitad del versículo 1: Obedeced a vuestros padres en el Señor (énfasis añadido).
En otras palabras, cuando los niños obedecen bien, lo hacen como para el Señor (vea también Colosenses 3.23–24), porque la autoridad de Dios es delegada a los padres. Por lo tanto, los padres son ministros de Dios en lo que respecta a los hijos (Romanos 13.1–4).
La actitud es de suprema importancia. Si la actitud es correcta, las acciones apropiadas será el resultado natural. Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él (Proverbios 23.7).
Si las acciones son correctas, pero la actitud es equivocada, eso no es otra cosa que hipocresía, que deshonra a los padres y al hijo. En nuestra familia, los hijos fueron más a menudo castigados por las malas actitudes que por el mal comportamiento.
Así que el mensaje para los hijos es corto y simple: la obediencia, tanto en actitud como en acción, es justo (Efesios 6.1).
Se trata de agradar «al Señor» (Colosenses 3.20). Honra a los padres. Y es bueno para los hijos: los protege de un mundo de maldad, les prolonga sus vidas y les trae abundancia de bendición.