1 Reyes 18.17-29
Acabamos de construir un templo. Nuestro pastor predica unos sermones maravillosos. Nuestras ofrendas son las mayores de la ciudad.
¡Que iglesia! ¿no? Dios debe estar contento con una iglesia así.
¿De veras? El versículo 29 es un poco desalentador. No siempre Dios atiende a un impresionante despliegue religioso.
En el Monte Carmelo había 850 profetas que estaban empleados por la reina misma (19). Durante horas rogaron, urgente e intensamente (26).
Realizaron sus danzas rituales (26-29). Gritaron y se sajaron con cuchillos (28). Pero ¿Qué ocurrió?
Sus oraciones no fueron respondidas (29). Elías se les burlaba en la cara, refiriéndose sarcásticamente a algunos de los mitos sobre Baal y sus actividades (27).
Desde luego, no estaban orando al Dios verdadero y viviente. Baal era un nombre que se daba a las fuerzas naturales, especialmente a la fertilidad. Pero aunque hubieran empezado a clamar a Jehová, él no hubiera respondido.
Lo que realmente importa en la adoración de Dios no es lo impresionante del culto, el empleo de las palabras correctas o aún la sinceridad (si está mal encaminada).
Lo que importa es conocer personalmente al Dios verdadero y mantener con él una relación honesta.
¿Recordemos lo que dijo Jesús acerca de esto en Juan 4.21-24? Después de todo la oración contestada fue la de Elías.
Para pensar. La eficacia, ¿tiene alguna importancia en nuestro culto?
Para orar. Por los que se dedican a salvar a los hombres de las cosas inútiles, incluyendo su religión inútil.
Publicado: Editado: 1889