Judá se había apartado de Dios. La nación estaba al borde de una devastadora invasión de los caldeos. El hambre amenazaba.
La violencia y la injusticia social llenaban la tierra. Todo porque el pueblo se había apartado de su Dios.
El profeta Habacuc clama al Señor reclamando justicia. Habacuc tenía sobrados motivos para hundirse en la desesperación.
¿Estaba verdaderamente Dios controlando la situación? El profeta atravesó profundas crisis personales y de tensión emocional.
Habacuc tiene actitudes distintas:
1) Se queja (1:1-4). Señor no escuchas. La ley es debilitada (los legisladores dictan las leyes que les convienen a ellos y no al pueblo);
sale torcida la justicia (los jueces dictan sentencias injustas influenciados por otros intereses o poderes).
2) Protesta (1:12-13). Después de patalear, le quiere tocar la moral a Dios. "Muy limpio eres de ojos para ver el mal".
En otras palabras le dice Señor tu eres muy justo para ver lo que está pasando y no hacer nada.
3) Ora (2:1): Luego que descubre que por esos caminos no va a encontrar una respuesta de Dios, decide humillarse delante de El.
4) Espera en Dios: “aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará” (2:3)
5) Confía absolutamente: “El justo por la fe vivirá” (2:4)
6) Asume un compromiso incondicional frente a Dios (3:17-19) “Aunque la higuera no florezca ... con todo yo me alegraré en Jehová.
Es fácil alabar a Dios cuando marcha bien. Pero su alabanza debe estar "de continuo en mi boca".
En días oscuros, en momentos de dudas, debo gozarme en Dios. No me alegro en las cosas que tengo.
Hoy las tengo, mañana las puedo perder. Erich From analizando la sociedad moderna en la cual uno vale por lo que tiene decía "Si soy lo que tengo, y lo que tengo se pierde ¿Qué soy? ... nada".
Necesitamos elevarnos por encima de los problemas que hay en nuestra sociedad y poner nuestra mirada sólo en Dios.