Muerto al Pecado
Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Romanos 6.10
Los cristianos han muerto al pecado. Por tanto, es inconcebible para Pablo que podamos seguir viviendo en el pecado del que fuimos librados por la muerte de Cristo. Solo una mente corrupta usando la lógica pervertida podría argumentar que continuar en pecado magnifica la gracia de Dios. Es evidente que la muerte termina la vida, es igualmente obvio que la muerte al pecado debe poner fin a una vida de continua transgresión.
«Muerto al pecado» habla de un hecho histórico que se refiere a nuestra muerte en la muerte de Cristo. Ya que estamos «en Cristo» (Romanos 6.11; 8.1) y Él murió en nuestro lugar (Romanos 5.6–8), somos contados como muertos con Él.
Por tanto, estamos muertos a la pena y dominio del pecado. La muerte es permanente. La muerte y la vida son incompatibles. Así que la persona que ha muerto al pecado no puede seguir viviendo en pecado. Ciertamente podemos cometer pecados, pero no vivimos más en la dimensión del pecado y bajo el dominio del pecado (Romanos 8.2–4). No es solo que no debemos seguir viviendo en pecado continuo, sino que no podemos.
La frase «los que hemos muerto al pecado» no describe una clase avanzada de los cristianos. Pablo está hablando aquí de todos los creyentes. Su argumento es que una vida justificada debe ser una vida santificada.
Santidad práctica es tanto la obra de Dios como cualquier otro elemento de la redención. Cuando nacemos de nuevo, Dios no solo nos declara justos, sino que también comienza a cultivar la justicia en nuestras vidas. No hay tal cosa como un verdadero convertido a Cristo que es justificado pero que no está siendo santificado.