Las Marcas de Nacimiento del Creyente
Entramos al reino mediante un nuevo nacimiento y esto sucede cuando ponemos nuestra fe en la gracia de Dios. Juan, en su primera epístola, da unas características de los que han nacido dos veces. Podemos llamarlas marcas de nacimiento del creyente. Si hemos nacido de nuevo, la evidencia estará presente. Quiero abordar tres de las evidencias que Juan menciona. Usted puede probar su salvación con ellas.
Primera: La prueba del mandamiento
"En esto sabemos que nosotros le hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos. El que dice: 'Yo le conozco' y no guarda sus mandamientos es mentiroso, y la verdad no está en él. Pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios ha sido perfeccionado. Por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él debe andar como él anduvo" (1 Juan 2:36).
Juan no se anda por las ramas, directamente dice: "Mire, no me diga que es salvo si no está guardando los mandamientos de Dios. Si dice que lo es, es un mentiroso", Déjeme ser claro. Usted no es salvo por guardar los mandamientos, sino que si es salvo los guardará. Ya hemos aprendido que la salvación no es por obras. Usted no se salva por "guardar los mandamientos". Entonces, esto nos lleva a un serio problema porque ninguno de nosotros podría atreverse a decir que desde que fuimos salvos siempre hemos obedecido cada mandamiento a la perfección.
Vigilancia de estrellas
El entendimiento de todo esto está en la palabra guardar, que viene del griego tereo, y entre sus significados está "vigilar". Fue utilizada en la antigüedad por los marineros. Los primeros marineros no tenían satélites de posicionamiento global ni señales de radio que los guiaran, y aún así navegaban por los océanos sin ruta.
Al hacer esto, ellos navegaban guiados por las estrellas, manteniendo sus ojos en los cielos, a lo que llamaban "vigilancia de estrellas". Vigilar las estrellas es muy semejante a guardar los mandamientos. Ocasionalmente cualquier marinero podía equivocarse, pues desde luego, podía distraerse y desviarse hacia una u otra dirección a pesar de haber estado vigilando las estrellas.
Cuando guardamos los mandamientos, nos guiamos por ellos. Eso no se refiere a perfección sin pecado porque nadie es perfecto a excepción de Dios. Pero quiere decir que el deseo de nuestro 'corazón es guardar la Palabra de Dios. Desde el momento en el que recibí a Jesucristo en mi corazón, ha habido en mí el deseo de guardar la Palabra de Dios.
Hay un par de cosas más en 1 de Juan que nos podrían causar problemas: "Todo aquel que permanece en él no continúa pecando. Todo aquel que sigue pecando no le ha visto ni le ha conocido" (1 Juan 3:6).
"El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto fue manifestado el Hijo de Dios: para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede seguir pecando, porque ha nacido de Dios" (1 Juan 3:8, 9).
Usted dirá: "No creo que sea salvo porque sé que la capacidad de pecar está dentro de mí". De nuevo tenemos que estudiar un poco, ya que hay una respuesta adecuada. "El que practica el pecado", está en tiempo presente y habla de un curso de acción habitual. Juan dice que un hombre nacido de Dios no hace del pecado una práctica, no es su estilo de vida ni un hábito. No quiere decir que no puede pecar sino que no continúa pecando; ya no practica el pecado.
Permítame presentarle el siguiente testimonio: Antes de ser salvo yo corría hacia el pecado. Desde que fui salvo, huyo del pecado. Puedo caer, puedo deslizarme, puedo fallar, pero el deseo de mi corazón es vivir para Dios.
Lo que Juan está diciendo es: "Si te llamas cristiano y no estás siendo dirigido por los mandamientos de Dios y llevas una vida pecaminosa sin ninguna convicción, sin remordimiento, sin contrición, sin inquietud, entonces, no te hagas llamar cristiano, porque no lo eres".
Segunda: La prueba del compañero
"Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte. Todo aquel que odia a su hermano es homicida, y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permaneciendo en él" (1 Juan 3:14,15). Recuerde que cuando creemos en el Señor Jesucristo, nacemos de Dios, tenemos una nueva naturaleza, la naturaleza de Dios. Recuerde también que estamos en la familia de Dios y que también tenemos hermanos y hermanas.
Así que si yo soy nacido de Dios, automáticamente el amor estará en mi corazón, pues Dios es amor. Al ser hijo de Dios somos partícipes de la naturaleza de Dios. No necesitamos una calcomanía para nuestro auto o un prendedor para demostrar que somos cristianos. Jesús dijo: "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros" (Juan 13:35).
Puesto que la naturaleza de Dios es amor, esto es una característica de sus hijos. Si lo amamos y su amor está en nosotros, entonces amaremos a los que él ama, es decir su amada familia. Esta es la razón por la que no es posible decirle sí a Jesús y no a su iglesia. Muchas descripciones y analogías describen la iglesia:
• La iglesia es un edificio y Cristo es el fundamento. ¿Quién puede aceptar el fundamento y no aceptar el edificio que descansa sobre el fundamento?
• La iglesia es su novia. ¿Quién puede aceptar al novio y no aceptar a la novia?
• La iglesia es un cuerpo. ¿Quién puede aceptar a Cristo que es la cabeza, y no aceptar al cuerpo?
Es así que una de las señales de los que han nacido dos veces es que se aman los unos a los otros.
Esto no significa que todos seamos amables por naturaleza, más bien por naturaleza no lo somos. Una iglesia está compuesta por personas que han reconocido que son pecadoras y se han unido con el fin de hacer algo al respecto. Han resuelto vivir una vida de búsqueda de la dirección de Dios amándose las unas a las otras.
Todos estamos en varios puntos de nuestro crecimiento espiritual y de nuestra santificación. Quienes están con nosotros en la iglesia y están siendo guiados por el Señor pueden estar temporalmente fuera de curso; como los marineros en tiempos antiguos, pueden fallar, pero están con nosotros a bordo y son nuestros hermanos y hermanas. Amar a Jesús es amar su iglesia. Perseguir su iglesia es perseguir a Jesús.
La Biblia nos habla acerca de un hombre llamado Saulo que iba camino a Damasco a arrestar cristianos, cuando de repente "... le rodeó un resplandor de luz desde el cielo. Él cayó en tierra y oyó una voz que le decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?' "(Hechos 9:3, 4). Saulo pudo haber dicho: "Quien quiera que seas, no es a ti a quien estoy persiguiendo. Estoy persiguiendo a la iglesia". La verdad al respecto, sin embargo, es que cuando alguien persigue a la iglesia, persigue a Jesús. Rechazar a la iglesia es rechazar a Jesús. Amar a la iglesia es amar a Jesús. Esa clase de amor es una marca de nacimiento del creyente.
Tercera: La prueba de la confianza
"El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo" (1 Juan 5:10). Esta es la mayor y más fuerte prueba, y todas las demás parten de esta.
La convicción bíblica (confianza) no es sólo un ejercicio intelectual. Usted no cree acerca de Jesús, usted cree en Jesús. Usted puede creer que un avión puede volar, pero confía en él cuando sube a bordo. De nuevo le recuerdo que es más que aceptar intelectualmente algunos hechos que nos salvan.
Observe también que este versículo está en tiempo presente. No dice: "El que ha creído". Dice: "El que cree". Nuestra confianza siempre debe estar en tiempo presente. Algunas veces surge la pregunta: "¿Es usted salvo?", y la respuesta es: "Sí, lo soy. Recuerdo que a los nueve años caminé hacia el altar de la iglesia para darle la mano al pastor y mi corazón a Jesucristo. Puede que ahora no viva para Dios, lo admito, pero sé que soy salvo porque recuerdo lo que hice a los nueve años. Recuerdo que creí en Jesucristo".
La Biblia nunca usa tal experiencia como prueba de salvación. Nunca se enfoca en algún suceso del pasado en el que hayamos creído en Jesucristo. Siempre trata con nuestra confianza presente. Es interesante cómo mucha gente quiere volver a un evento del pasado. Algunos incluso dicen: "Si usted no puede mostrarme el sitio y decirme el momento cuando recibió a Jesucristo como su Salvador personal, entonces no es salvo". Pero en esto hay un error: No es bíblico y por lo tanto no es así.
La Biblia nunca dice que usted sabrá que es salvo por algo que recuerde del pasado. Dice: "El que cree" (tiempo presente); así de sencillo. Si usted está creyendo, entonces hubo un momento en que verdaderamente creyó. La pregunta es: ¿Está usted creyendo en Jesús ahora? Algunos creyentes verdaderos se preocupan porque no recuerdan el momento exacto como otros lo recuerdan.
Otros han tenido experiencias extraordinarias cuando se volvieron del pecado y pusieron su fe en Cristo. Otros crecieron en una familia cristiana y así fueron criados hasta que algún día entendieron que confiaban en Jesús como su Señor y Salvador. Esto no quiere decir que fueron medio salvos, después un poco más salvos y luego completamente salvos. Nadie es medio salvo. Ser medio salvo es estar totalmente perdido. Hubo un momento en el que esa persona llegó a la fe salvadora, pero puede que no logre precisar ese momento en particular como otros.
Si usted está confiando en Jesús ahora es porque sí confió en Jesús. La prueba real no es si recuerda el momento o el lugar, sino que en este momento usted esta poniendo su confianza en el Señor Jesucristo.
Se cuenta de una persona que fue a solicitar un pasaporte; y el que lo atendía le dijo:
-Necesitamos ver su certificado de nacimiento. A lo que el solicitante preguntó:
-¿Para qué?
A lo que el oficial le respondió:
-Para probar su nacimiento.
-Pues aquí estoy, ¿o no? -refutó el solicitante.
Ese es mi punto de vista: Si usted está confiando en Jesús (tiempo presente) es salvo. Si no, no confíe en una experiencia pasada. Esto conduce a otra pregunta: ¿Cómo podemos saber si estamos confiando verdaderamente en este momento?
El testimonio del Espíritu Primero, está el Espíritu como testigo. "El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo..." (1 Juan 5:10). El testimonio del Espíritu no es un sentimiento emocional. Las emociones son la parte superficial de su naturaleza.
La salvación es la obra más profunda de Dios. Él no hará la obra más profunda en la parte más superficial. El testigo es el Espíritu Santo quien le dice a su espíritu, humano con una confiada calma que usted pertenece a Jesucristo. Es una percepción interna en quienes han sido salvos, por la cual saben que lo son. Un verdadero creyente con este testimonio nunca queda a merced de un incrédulo con argumentos.
El testimonio de la Palabra, El segundo testigo es la Palabra. "Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y 'esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna" (1 Juan 5:11-13).Las Escrituras nos han sido dadas para que creamos.
Una noche mientras compartía de Jesucristo le pregunté a un hombre si quería recibirlo como su Señor y Salvador. Él lo hizo, y después de orar juntos, le dije: "Quiero darle su certificado de nacimiento espiritual". Abrí la Biblia en Juan 5:24 y leí: "De cierto, de cierto os digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida".
Después de leerlo lentamente, directamente de la Biblia, le dije: -Jesús es el que está hablando. ¿Lo cree?
-Sí -dijo el hombre.
-"El que oye mi palabra" -repetí-o ¿Ha oído usted su palabra? -Sí.
-''Y cree al que me envió" -proseguí-o ¿Ha creído usted en el Dios que envió al Señor Jesús?
-Sí.
-"Tiene vida eterna" -dice Jesús-. ¿Tiene usted vida eterna?
-Eso espero -dijo.
-Leámoslo de nuevo, -dije sin dilación.
Y lo hicimos. De nuevo él respondió que sí a cada pregunta, pero en la última
pregunta volvió a responder de igual manera: -Eso espero.
-Leámoslo una vez más, -le dije nuevamente.
Esta vez cuando le pregunté si tenía vida eterna, la luz brotó en su interior. -¡Seguro que sí! ¡Sí! -gritó.
-¿Quién lo dice? -pregunté.
-¡Dios lo dice! ¡Dios lo dice! -exclamó.
Esa es la confianza en la Palabra. Unamos estas afirmaciones: los testimonios que el Espíritu y la Escritura nos dan nos llevarán a esta agradable certeza. Permítame decirle, antes de que siga leyendo, que si usted nunca ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, puede hacerla ahora mismo. Por un acto de fe confíe en él como Salvador. Él está listo y dispuesto, y le dará salvación en este mismo instante.
No busque alguna señal ni pida sentimientos, manténgase en su Palabra. Si usted es salvo y tiene dudas, no mire hacia atrás buscando alguna experiencia pasada. Pregúntese en este momento: ¿Estoy confiando en Jesús? Si no, confíe en él ahora mismo. Si está confiando, habrá genuinas señales del nuevo nacimiento en su vida. Habrá un deseo de obedecer sus mandamientos, habrá amor por su gente, y habrá una tranquila confianza de que pertenece a Dios, respaldada por el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, la Biblia.
Mi testimonio personal
Cuando era adolescente le entregué mi corazón a Cristo, pero no me lo explicaron como yo se lo he explicado a usted. Por unos meses estuve en un sube y baja. No sabía si estaba perdido, y el Espíritu Santo me hacía creer que sí, o si era salvo y el diablo me hacía dudar.
Había acompañado a mi novia a su casa y al regresar a casa me detuve en el camino. Quería tener esa seguridad. Miré hacia el cielo estrellado esperando ver el rostro de Dios. Entonces dije: "Dios, no tengo la seguridad. Esta noche voy a tener esa seguridad, desde ahora y para siempre y de una vez por todas".
Oré de esta forma: "Señor Jesús, con todo mi corazón confío en ti como mi Salvador. No busco una señal ni pido sentimientos. Me afirmo en tu Palabra y tú no puedes mentir.
Confío en ti como Salvador". Seguí orando: "Señor, si antes fui salvo, esto no se puede quitar, pero si no lo fui, esta noche doy por un hecho que lo soy. Esto lo establece para siempre". Un río de paz comenzó a fluir en mi corazón, y sigue fluyendo todavía.
Seguridad bendita Si lo ha hecho y aún así tiene dudas, ¿sabe qué puede estar mal? Usted tiene algún pecado en su vida. No está obedeciendo al Señor y necesita confesar ese pecado porque no hay nada más perjudicial para la fe y la seguridad que el pecado sin confesar y sin arrepentimiento en su corazón y en su vida. ¡Enfrente ese pecado y vea si la seguridad de su salvación no vuelve! Dé gracias a Dios por tener una salvación así.