¿Qué otros aspectos surgen de esta paz, según el v. 27?
Jesús nos dejó su paz (27). La paz de Cristo y Cristo mismo no pueden independizarse.
El trajo paz, pero a su vez él es la paz y es por eso que su paz no se funda en acuerdos, que el viento del tiempo puede llevarse, sino que está fundada en él, la garantía de nuestra paz.
El mundo tiene su paz (27). ¿Cómo es que la paz del mundo es absolutamente contraria a la paz de Cristo? La paz del mundo rehuye los problemas, no los ataca de raíz.
Es una paz de documentos, de ligas, de sociedades y tratados. Es una paz sujeta a la razón de la fuerza y sus mismos responsables la pueden quebrar.
Es paz cuando no hay guerra, en cambio la paz de Cristo existe en medio y a pesar de la guerra.
La paz de Jesús infunde confianza (27). No tener miedo implica tener una férrea confianza en Aquel que dijo ser la paz.
Si esa paz, que es Jesucristo, está con nosotros, ¿por qué preocuparse y tener miedo? Su paz infunde confianza y tranquilidad.
Tener confianza así es tener fe en él y actuar en esa base de fe.
Para pensar: ¿Cómo nos dejó Jesús su paz? ¿Cómo experimentas esa paz en la vida diaria?
Oración: Haznos, Señor, instrumentos de tu paz. Donde haya discordia pongamos nosotros armonía.
Concédenos tensión en medio de la falsa paz y paz de la tuya en medio de nuestra lucha en el mundo.