1 Corintios 1.1-9
Sus salutaciones – que obedecían a una forma común en la correspondencia de su época – la transforma en una cristología. En esta introducción notamos que:
El pasado está impregnado de Cristo (4-6). La gracia de Dios fue dada en Cristo Jesús a todos los que invocan su nombre (4). Asimismo los corintios fueron enriquecidos en Cristo (5) con toda clase de dones espirituales.
Ese don, ese carisma, significa algo dado libremente de Dios y nosotros somos sus mayordomos. Todo lo que tenemos procede de Dios.
El presente está impregnado de Cristo (1-3). Pablo es apóstol de Jesucristo, en oposición a ser apóstol de los hombres (Gálatas 1.1).
Igualmente, la iglesia es de Dios (2), en oposición a ser la iglesia de la denominación o de tal o cual ciudad.
Por otra parte, todos somos santificados, es decir, apartados para el servicio de Dios, en Cristo Jesús (2). ¡Ningún hombre ni ninguna iglesia tienen el monopolio exclusivo de Cristo!
El futuro está impregnado de Cristo (7-8). Pablo habla aquí de la venida de un día, el día del Señor Jesucristo (8). Es el día cuando él volverá con todo su poder y gloria. Pero será también un día de juicio.
Para pensar. ¿Tratamos de solucionar los problemas de la iglesia por medio de normas, leyes o reglamentos? ¿O con el espíritu de la justicia humana? ¿O inclusive con nuestro poder espiritual?
Oración. Cristo, que nuestras cartas y nuestro quehacer diario estén impregnados de ti. ¡Que para tu pueblo el vivir, que es también pensar y hacer, seas tú!