Aun cuando no entendía esas palabras, le hacían bien. Sabía que era pequeño, que era débil y que dependía de los adultos para suplir sus necesidades.
Por medio de él Jesús dio a sus discípulos una gran lección: – Explicó que para entrar en el cielo y poder acercarse a Dios es necesario llegar a ser como un niño; sin pretensión, humilde, confiado, y creer sencillamente lo que Dios dice: – Sí, ¿cómo ser grande en el reino de los cielos si no es rebajándose y sirviendo a los demás como Jesús lo hizo? Él, el Maestro, se identificó con este niño por medio de estas palabras: “El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí” (Marcos 9:37).