Permita que Dios lo Cambie
Primero tiene que producirse una transformación en nuestros corazones si queremos ver nuestras vidas transformadas en otras que amamos verdaderamente. Ser transformado significa que usted es cambiado totalmente de adentro hacia afuera. Recuerde: cuando nos convertimos en cristianos, nos convertimos en nuevas creaciones: “¡lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 5:17).
Si se lo permitimos, el Espíritu Santo obrará en nosotros, cambiando nuestra mente, voluntad y emociones, de modo que día tras día lleguemos a ser más semejantes a Jesús. A medida que crecemos espiritualmente, la buena obra que se está produciendo en nuestro interior puede verse mediante nuestro modo de vivir, y nos convertimos en testimonios de lo que Dios ha hecho. Ya no tenemos que ir por la vida frustrados o amargados. ¡Hemos descubierto una manera mejor de vivir!
Muchas personas creen que no pueden cambiar o ser cambiadas. Suponen que sus vidas siempre van a ser igual: nunca cambiarán para mejor. Pero lo único que nunca cambia es Dios (Hebreos 13:8), y quiere que nos atrevamos a creer que Él “puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir” (Efesios 3:20).
Puede que no se dé cuenta, pero realmente está cambiando en este momento mientras lee las palabras escritas en este libro, porque son palabras y principios divinos. Usted está aprendiendo nuevas maneras de pensar, y su mente está siendo renovada. Siga leyendo, y si es necesario, vuelva a leer una y otra vez.