Preocupación, Ansiedad y Temor
Pienso que es acertado decir que todos experimentados estas tres emociones en diferentes momentos de nuestra vida, pero al igual que el primer grupo que examinamos, constituyen un desperdicio de tiempo, ya que no reportan ningún beneficio positivo.
Ellas no previenen ni solucionan los problemas. No ayudan en lo más mínimo y nos lastiman, porque nos roban la paz y el gozo. Henry Ford dijo: «Creo que Dios maneja los asuntos y que Él no necesita ningún consejo de mi parte.
Con Dios a cargo, pienso que todo al final resultará de la mejor manera. Así que, ¿hay algo de qué preocuparse?». Solo una confianza profunda en Dios puede ayudarnos a evitar estas emociones inútiles. Nuestra confianza en Dios se incrementa en la medida que compartimos experiencias con Él y vemos su fidelidad en nuestra vida. Dios es bueno y siempre cuida de nosotros.
Es posible que no haga exactamente lo que hubiéramos preferido, y no siempre comprenderemos por qué, pero Él es bueno y fiel. ¿Por qué nos preocupamos? Esto puede ser algo difícil de aceptar, pero pienso que nos preocupamos simplemente porque tenemos miedo de no conseguir lo que queremos.
Si pudiéramos decir: «Que se haga tu voluntad, Señor, no la mía», y habláramos en serio, nunca tendríamos que preocuparnos de nuevo. Todo temor es resultado de no comprender plenamente el amor incondicional de Dios y entonces no confiar en que, debido a que Él nos ama, siempre hará lo que es mejor para nosotros. «El perfecto amor echa fuera el temor»
(1 Juan 4:18).
Una vez leí que un día de preocupación resulta más extenuante que una semana de trabajo. Esa es otra buena razón para no preocuparse. La mayoría de nosotros no tiene un exceso de energía para desperdiciar, así que la próxima vez que se sienta tentado a preocuparse, solo recuerde que si lo hace, eso significará una pérdida de tiempo. Corrie ten Boom dijo: «La preocupación no despoja al mañana de sus penas, pero si despoja al presente de su fortaleza».
Publicado: Editado: 1803