1 Reyes 19.9-21
Estamos en el Monte Horeb, y aquí Dios le enseña a Elías tres lecciones que nos llegan también a nosotros y nos levantan el ánimo cuando estamos desalentados por las dificultades de la vida.
Dios en el silbo apacible y delicado (11, 12). En la antigua tradición de Israel, Dios había actuado en formas violentas: terremotos, viento y fuego (Habacuc 3.3-6).
Elías había visto tan poco de esas manifestaciones, que tal vez pensara que Jehová había desistido de revelarse.
Pero Dios le recuerda que él también obra en la tranquilidad – en medio de los acontecimientos “comunes” y en los corazones de los hombres-.
Dios tiene más servidores de los que creemos (10, 14, 18). Elías se sentía desesperadamente solo y aislado. Pensaba que era el único siervo de Dios que quedaba.
(¿En su desesperación se habría olvidado de Abdías y los profetas?). Es muy desagradable sentirse así.
Pero Dios tiene gente que le sirve que nosotros no conocemos, y en lugares inesperados. El, desde luego, está siempre con nosotros.
Los servidores de Dios es seguro que están más cerca de nosotros que lo que creemos.
Al final se hace la voluntad de Dios (15-21). Elías temía que Dios estuviera perdiendo el dominio de los acontecimientos.
De modo que el Señor le explicó bondadosamente algunos de sus planes futuros – nuevos reyes para Israel y Siria (15, 16) que ayudarían a destruir el culto del dios de jezabel.
Y Elías, ahora amigo de Dios, debía continuar su obra para el futuro.
¿Nos sentimos ansiosos por la obra de Dios? Tal vez necesitamos uno de estos recordatorios.
Para pensar. ¿Cuándo siguió Jesús el ejemplo de Elías (20)?
Para orar. ¿Estás firme en Jesucristo? Entonces, ¡no temas! ¿Opositores? El poeta Fray Luis dijo: “Quién se opone al cielo, cuando más alto sube viene al suelo”.