Juan 16.16-33
“Puede llegar un momento cuando ser cristiano no parece más que dolor mientras parecería que pertenecer al mundo sólo reporta alegría”, dice Barclay, y acota enseguida: “El cristiano siempre debe recordar, cuando su fe le cuesta caro, que ese no es el fin de todo, que después del dolor viene el gozo”.
Sentido del gozo (16-22). El gozo del discípulo de Cristo tiene sentido porque aunque Jesús volvería para estar con su padre, nos dejaría su Espíritu Santo, además de retornar para ver a los suyos, después de su muerte (22).
Nadie puede quitar el gozo cristiano. Está por encima de los cambios del momento y, como la madre que da a luz un hijo encantador, olvidándose de la angustia anterior, así el gozo reemplaza el dolor, y nos transporta a la gloria del cielo.
Sentido de la oración (22-24). La oración tiene sentido sólo cuando la vinculamos al nombre de Cristo. Quiere decir que la forma más efectiva de recibir lo que pedimos al Padre es allegándonos a él como si fuésemos los siervos de Cristo y que estamos bajo su señorío.
En esta nueva relación que Cristo nos abrió con Dios, podemos llevarle todas nuestras angustias, alabanzas, petición o gratitud, aunque siempre debemos finalizar con el “hágase tu voluntad”.
Sentido del triunfo (33). No podemos minimizar el costo del discipulado, ni esconder sus peligros, pero igual que los discípulos, precisamos una dosis mayor de coraje y saber hoy más que nunca que Cristo ha vencido al mundo. ¿Cómo? Por su crucifixión y resurrección y esto es lo que da sentido a nuestro triunfo.
¡Confiemos que es así! ¡Confiemos que Cristo se ha alzado triunfante contra todos los poderes que nos esclavizan! ¡Tengamos valor!
Para pensar. ¿De qué maneras nosotros también hemos vencido al mundo? (1 Juan 5.4-5).
Oración. Que el triunfo de Cristo nos invada.