Es la primera idea que fundamenta todo lo otro y que puede parecernos obvia. Sin embargo pensamos que tuvo mucha razón un teólogo inglés, quien escribió un difundido libro con en título “Tu Dios es demasiado chico”, ya que con frecuencia limitamos su poder, su gloria o la esfera de su acción.
Dios es el creador (4-5). Todo es propiedad de Dios y es así porque él mismo lo hizo todo. Es importante que pensemos que él nunca ha entregado la propiedad de este mundo ni al hombre ni al diablo, como se oye decir con frecuencia.
Hoy se está descubriendo una dimensión nueva de esta idea, con la apelación a no destruir la obra-propiedad divina, sea en las riquezas naturales, sea en su belleza. El salmista comienza por mirar a su alrededor y luego va extendiendo el pensamiento a las costas y mares más lejanos.
¿Hasta qué punto nuestros pensamientos se quedan encerrados en esa casa de ladrillos o de tierra en que vivimos?
Dios es nuestro (6-7). Esto puede entenderse mal. El no es por supuesto nuestra propiedad. En primer lugar, él es nuestro Hacedor. No sólo ha formado las montañas y los océanos, sino también a cada uno de nosotros, limitados seres humanos.
Entonces, eso demuestra que es “nuestro Señor”, que tiene derecho de gobierno sobre nuestra vida y que, en última instancia, no somos sino como las ovejas de un prado que es suyo.
Oración. Gracias, Señor, por tu grandeza. Líbrame de empequeñecer tu acción y poder.