“Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no solo el Evangelio de Dios, sinó también nuestras propias vidas, porque habéis llegado a sernos muy queridos”. I Tesalonicenses 2:7-8
No fué la visita de quién va a cumplir con su agenda en el ministerio y regresa habiendo entregado lo que pudo, sin involucrarse en todo lo sucedido, lo cual no está mal, pero Pablo va mas allá.
Hay un cuidado tierno, un amor que continúa a pesar de la distancia que los separa. Habían compartido tiempos, donde Pablo había conocido sus debilidades, y las situaciones por las que estaban pasando, por causa del Evangelio de Jesucristo.
Ellos eran imitadores de las iglesias de Dios de Judea, pues habían padecido y padecían, de los de su propia nación, las mismas cosas que las iglesias cristianas habían padecido de los judíos. No solamente no agradaban a Dios, mataron a Jesús, a sus profetas, impedían y persiguieron a Pablo, para que no le hablara a la gente a fin de que se salven.
Pablo sabe todo lo que ellos tuvieron que pasar, y al hablar con ellos, lo hace usando un amor tan especial que solo viene de Dios. El ejemplo de la nodriza y de su amor para cuidar de sus propios hijos, habla del amor pastoral profundo del apóstol, era amor de verdad. Esto no era una figura, pues él estaba dispuesto a dar su vida por ellos, no era un simple enunciado de buenas intenciones, era real.
¿Cómo es nuestro amor hacia los hermanos?, ¿es un amor real, o es una obligación que tomamos porque está escrito en La Biblia, que debemos amar a nuestros hermanos?. “Porque el que no ama a su hermano a quién ha visto, ¿cómo amará a Dios a quién no ha visto?.
Si esto es una obligación, nunca tendrá el gozo de sentirse amado por los hermanos, porque ésta es una relación recíproca, cuando tu das amor también recibes. El amor es un sentimiento que lleva a la acción, a visitar al enfermo, al que está en la cárcel, a dar de comer al hambriento, a ayudar al que lo necesita.
Nunca este amor es egoísta, que quiere todo y no dá nada. El amor no se recita, se demuestra, comienza por tu casa, por tu familia, por los seres que te rodean. Cuando lo ejercites todo cambiará a tu alrededor.
¡Señor ayúdame a vivir esta clase de amor!
Daniel L.Bustamante