Una Promesa Cumplida
"16 Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí. 17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo:
A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Éufrates; 19 la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, 20 los heteos, los ferezeos, los refaítas, 21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos." (Génesis 15:16-21)
El Señor Todopoderoso hizo que Abram cayera en un sueño profundo y le habló acerca del futuro de sus descendientes. No le iba a ir del todo bien a sus generaciones. Tal vez al escuchar Abram los sufrimientos que iban a tener sus descendientes, pensó que si eso era lo que iba a suceder, sería mejor no tener hijos.
Dios le avisa a Abraham que sus descendientes serían esclavos en un país extranjero pero que finalmente regresarían a la tierra prometida.
Cuando el sol se puso y estaba todo oscuro, vio un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba entre los animales divididos. Ese día el Señor hizo pacto con Abram.
Le daría a su descendencia esa tierra que ahora estaba pisando, desde el Nilo hasta el Éufrates. Esa tierra de 10 pueblos (ceneos, cenezeos, cadmoneos, heteos, ferezeos, refaítas, amorreos, cananeos, gergeseos y jebuseos) un día sería la tierra de un solo pueblo: Israel, descendiente de Abram.
En esta visión Dios se representa a sí mismo con dos símbolos: Un horno humeante y una antorcha encendida. Ambos simbolizan Su presencia poderosa, como la columna de nube en el desierto que acompañaba al pueblo de Dios; como el humo en el monte Sinaí y las nubes de la gloria de Dios o como la columna de fuego, o la zarza que ardía ante Moisés, o el fuego del cielo que consumía los holocaustos.
Como al Patriarca le hizo esa promesa de una tierra que heredarían sus descendientes, con no pocos sufrimientos, a nosotros también nos hace la promesa de una herencia:
"No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino." (Lucas 12:32)
Esta herencia está reservada para cada creyente sincero y tiene ciertas características:
"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1 Pedro 1:3,4)
La herencia eterna es:
1) Incorruptible: No se deteriora, no se corrompe, está siempre fresca.
2) Incontaminada: No se contamina con el pecado ni con el mal ni con lo humano, porque es una herencia Divina.
3) Inmarcesible, no se marchita jamás, está siempre viva. Es la Vida dd Dios.
¿Desea usted participar de esta herencia desde hoy? Si es así, la respuesta la da el mismo Señor; "diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." (Marcos 1:15)