Hace años, un hombre que viajaba en el Estado de Minnesota se encontró perdido en medió de una terrible tempestad.
La nieve caía sin cesar y el hombre ya no tenía esperanza de salvarse cuando vio a lo lejos una lucecita en una cabaña de troncos. Haciendo un esfuerzo pudo llegar hasta la cacita y se salvó la vida.
Era un hombre de dinero. Compró la cabaña y edificó en el mismo sitio una hermosa casa.
En lo alto de una torre, colocó una luz giratoria, y cada vez que hay tormenta, prende la luz afín que pueda salvar a algún viajero que se encuentre en dificultades.
Eso es gratitud. Así quiere Dios que procedamos. Si nos ha rescatado, debemos siempre estar buscando salvar a los demás.