Un niño estaba llorando por capricho y oí a su madre decir: «Si tú lloras por nada pronto te daré por qué llorar.»
Efectivamente, poco después los golpes que oí de su mano me hicieron comprender que la amenaza había sido cumplida, y aprendí la lección de que cuando nos quejamos por nada, la vara del Señor está cerca de nuestras espaldas y nos hará, probablemente, llorar con razón.
La Vara del Señor
Un niño estaba llorando por capricho y oí a su madre decir: Si tú lloras por nada pronto te daré por qué llorar.