La inestabilidad de la familia afecta a todos; especialmente a los hijos.
. . . las víctimas más vulnerables de la inestabilidad de la familia son los hijos que son demasiado pequeños para entender lo que les ha sucedido a sus padres.
Ese trágico impacto en la próxima generación me fue ilustrado gráficamente en una conversación reciente con una maestra de sexto grado en una ciudad pudiente de California.
Ella estaba estupefacta al ver los resultados de una tarea de composición creativa que les dio a sus alumnos.
Se les pidió completar una frase que empezaba con las palabras: “Quisiera.” La maestra esperaba que los muchachos y muchachas expresaran que deseaban bicicletas, perros, aparatos de televisión, y viajes a Hawai.
Más bien, veinte de los treinta alumnos hicieron referencia en sus respuestas a sus propias familias que se desintegraban.
Unas pocas de sus frases reales son las que siguen:
“Quisiera que mis padres no pelearan, y quisiera que mi padre volviera.”
“Quisiera que mi madre no tuviera un amante.”
“Quisiera tener calificaciones sobresalientes para que mi papá me quiera.”
“Quisiera tener sólo una mama y un papá para que los chicos no se burlen de mí. Tengo tres mamás y tres papás, y ellos arruinan mi vida.”
“Quisiera tener una ametralladora M-1 para poder matar a los que se burlan de mí.”
—James Dobson, Love Must Be Tough