EL CAMINO DE LA OBEDIENCIA. Bosquejos Biblicos para Predicar Levítico 26:1-13
Dos caminos se abren en este capítulo ante nosotros: el de obediencia y bendición y el de desobediencia y miseria. Los caminos estrecho y de vida, y ancho y de perdición.
Al considerar el primero de éstos comentaremos acerca de:
I. Las características de los obedientes. Tal como se observa en los versículos mencionados anteriormente,
1 RECHAZAN LOS ÍDOLOS (v. 1). Ningún ídolo o imagen tendrá una base de sustentación en sus pensamientos o mentes. No se inclinarán ni se postrarán ante los dioses del mundo.
2 REVERENCIAN LAS ORDENANZAS DE DIOS (v. 2). No transforman el Día de Reposo en un día de placer egoísta, ni el santuario en teatro o centro de espectáculo, ni el púlpito en un escenario de marionetas.
3 SON CONDUCIDOS POR SUS PALABRAS (v. 3). Caminan en los estatutos del Señor, y no en la luz de las chispas que ellos mismos hagan brotar (Is. 50:11). Para ellos la Palabra de Dios, como el mismo sol, está afirmada en los cielos (Sal. 119:89).
4 SE DELEITAN EN HACER SU VOLUNTAD (v. 3). La Palabra de Dios debe ser guardada, no como el avaro guarda su oro, acumulado para la inutilidad, sino como el guerrero guarda su espada. No es sabio el que meramente escucha, sino el que pone sus palabras por obra (Mt. 7:24).
II. Las bendiciones que acompañan a la obediencia. El camino de la obediencia es el camino de:
1 DAR FRUTO. «Yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos» (v. 4). Por el versículo 3, «Si andáis en mis estatutos», se ve que esta promesa es condicional. El fruto depende de nuestra relación con Dios, de donde procede todo fruto. Él sabe cuando es el tiempo debido. «A su debido tiempo segaremos» (Is. 44:3). La lluvia de su bendito Espíritu del Cielo precede al tiempo de la cosecha.
2 PAZ Y REPOSO. «Y Yo daré paz en la tierra, y dormiréis» (v. 6). El secreto de dar fruto y del reposo reside en ser serenamente obediente a su santa voluntad. Al ir siguiendo, Él hará y dará. En lugar de ansiedad y fatiga hay paz y reposo (Sal. 23:2). Tomamos su yugo, y sin ningún secreto anhelo de popularidad hallamos reposo para nuestras almas (Mt. 11:29).
3 LIBERACIÓN DE LO MALO. «Y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias» (v. 6). Hay muchos males como «fieras», de los que incluso el cristiano necesita liberación. La bebida fuerte, el amor al dinero, los amantes de los placeres más que de Dios, la soberbia, la impaciencia, la auto-afirmación. Éstas son malas bestias que se ven frecuentemente en la tierra de la herencia de Dios, pero de las que Él nos puede librar. Solo Él puede quitarlas. Véase toda la lista en Gálatas 5:19-21.
4 PODER PARA VENCER. «Cinco de vosotros perseguirán a ciento » (vv. 7, 8). En esta guerra espiritual no se trata de números ni de experiencia, sino de «santidad a Jehová». Lo que Dios emplea son las cosas débiles pero limpias (1 Co. 1:26-31). La espada de su Palabra es poderosa para el derribo de todo refugio de mentiras. «Cinco de vosotros».
No muchos, pero totalmente de acuerdo. Si dos de vosotros os ponéis de acuerdo en cuanto a qué pediréis en Mi Nombre, os será hecho. FAVOR DISTINTIVO. «Yo me volveré a vosotros» (v. 9). Los obedientes tienen continuamente la mirada de su gracia especial sobre ellos (Ro. 8:28). El Señor hará la diferencia, de manera que no tendrán que rogar ni buscar el favor de los impíos príncipes de este mundo. Él lo ha prometido, de manera que podemos decir confiadamente: … No temeré (He. 13:5, 6).
5 PROVISIÓN ABUNDANTE. «Pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo» (v. 10). Las viejas bendiciones no serán atesoradas debido a la cantidad y grandeza de las nuevas. El viejo grano de nuestras experiencias espirituales será empleado con liberalidad debido a la abundancia del nuevo.
Esto indica un estado de alma muy saludable, siendo la senda del justo, que resplandece más y más como la aurora. El viejo grano de la salvación debiera ser sacado debido al nuevo bautismo del Espíritu Santo. Saquemos también el viejo grano de la teología debido al nuevo, que es anchura contra estrechez.
6 COMUNIÓN DIVINA. «Andaré entre vosotros» (v. 12). Su presencia con nosotros es la prenda de la prosperidad, del progreso, dela protección, de la pureza y del poder. Aquella alma o vida poseída por el santo Espíritu de Dios nunca dejará de encontrar deleite en un camino de obediencia. El testimonio de aquella vida nunca quedará silenciado por el terror ni azotado por calentura. Mayor es el Espíritu de Cristo en nosotros que el espíritu del Anticristo que está en el mundo (1 Jn. 4:4).