El Llamamiento de Eliseo. Bosquejos Bíblicos para Predicar 1 Reyes 19:16-21
¡Cuán susceptibles somos a pensar y actuar como si lo mejor de nuestros días fuera demasiado valioso para que nos demos a Dios, y que los días del declinar de la vida son los más apropiados para rendirnos a la voluntad de Dios! ¿Dónde en toda la Biblia hallamos a nadie llamado por Dios para servirle en la debilidad de la ancianidad? ¿No quedaban los levitas descalificados para la obra de Dios a la edad de cincuenta años? (Nm. 8:25).
¿No son relativamente pocos los que se convierten más allá de esta edad? Eliseo era indudablemente un hombre joven, y acudió sin una protesta cuando Elías, por orden de Dios, acudió a ungirlo como profeta «en su lugar». Observemos:
I. La significación de su nombre. Eliseo significa Dios es Salvación. Era un nombre bien adecuado para el hombre que iba a asumir la dirección en esta época de crisis nacional. En lo más negro de su desaliento, Elías dijo: «Y sólo yo he quedado», pero el Señor reprendió su pesimismo diciendo: «Yo haré que queden en Israel siete mil», y Eliseo era uno de ellos.
La vida posterior de Eliseo demuestra que era fuerte allí donde Elías estaba inclinado a ser débil: en ser fiel y cuidadoso hasta los detalles más pequeños de la vida. La fe de Elías fue poderosa en el Monte Carmel, pero le falló bajo el enebro. El hombre que conoce que la presencia de Dios es Salvación será ciertamente firme e inconmovible en la obra del Señor.
II. El tiempo de su llamamiento. Fue mientras estaba «arando» (v. 19). Era solo un labrador. Sí, pero ¿quién puede determinar qué profundidades de ejercicio del alma y de agonía del corazón puede haber sufrido por el Israel recaído mientras seguía a los bueyes por el campo? Había Uno que sí los conocía, y que respondió a los anhelos secretos de su corazón llamándolo como testigo para Sí.
El Señor sabe donde y cuando poner Su mano sobre aquel escondido que en secreto ha sido preparado para un puesto más honroso en su servicio. El llamamiento divino le vino a Moisés mientras guardaba los rebaños de Jetro (Éx. 3:1); a Gedeón mientras trillaba trigo (Jue. 6:11); a David cuando estaba en el redil (Sal. 78:70); a Amós cuando hacía de boyero (7:14). Todos los discípulos de Cristo fueron llamados de profesiones muy corrientes. Encontró a Bunyan entre ollas y cazuelas. «Si alguno oyere mi voz» (Ap. 3:20).
III. La forma de su llamamiento. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Vino repentinamente, aunque la preparación de Eliseo debe haber estado en marcha durante varios años. Vino de una manera inconfundible.
El manto o espíritu del profeta había caído ahora SOBRE ÉL. Y ahora le era una santa unción del Señor. El manto de Elías era el símbolo del Espíritu de poder. Eliseo no podía hacer obras poderosas para Dios sin este bautismo determinado.
Ni tampoco podemos nosotros. Quedaos hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto (Lc. 24:49). Su repentino envolvimiento con el manto del profeta fue una experiencia que no le era posible ni olvidar ni ignorar (Hch. 19:1).
IV. Los efectos de este llamamiento. Fue seguido:
1 POR UNA RESPUESTA INSTANTÁNEA. Entonces, dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías. No esperó a una mejor oportunidad, o bien un día hubiera podido verse sobresaltado también él con la pregunta: ¿Qué haces aquí, Eliseo? su llamamiento, como el nuestro, es pasajero.
El poder profético no permanecerá con él a no ser que siga y se mantenga, por así decirlo, en contacto con aquel manto que, en gracia, había caído sobre él. Así, si queremos permanecer en el poder de su unción, debemos estar dispuestosy listos para ser conducidos por el Espíritu, y a andar en Él y con Él.
Se debería llegar a un reconocimiento inmediato del llamamiento de Dios, mediante la venida sobre nosotros del Espíritu Santo. «Pon tu corazón a todas las cosas que te voy a mostrar» (Ez. 40:4).
2 UNA REVELACIÓN DE TERNURA FILIAL. «Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré» (v. 20). Estas palabras, pensamos, no exhiben en absoluto el mismo espíritu de aquel hombre que dijo: «Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre» (Mt. 8:21). El llamamiento vino a Eliseo en forma de una oferta más que de mandamiento. Una oferta que aceptó en el acto.
Quizá su amor hacia su padre y su madre era una de las principales evidencias de su justicia para con Dios e idoneidad para el servicio. Los que no consideren un sacrificio abandonar el hogar, ni para el servicio de Dios, probablemente no son enviados por Él (Mt. 19:27-29).
3 UN TESTIMONIO BIEN DISPUESTO Y FINAL. «Tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio a sus gentes para que comiesen.» ¿Qué pensaría la gente de tal acto? ¡Matando a los útiles bueyes y quemando útiles para la agricultura! Esto era para ellos una indicación de que abandonaba su negocio, por cuanto había aceptado deliberadamente el ofrecimiento gracioso del oficio profético de parte de Elías.
Todo lo que Elías le dijo fue: «Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo?». Como diciendo: Si en tu corazón no concuerdas con este llamamiento, échate atrás. Pero sí concordaba, y obedeció sin temor.
4 UNA SEPARACIÓN Y SERVICIO PERSONALES. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía» (v. 21). Como vaso, había sido limpiado, y hecho apto para el uso del Maestro. Lo dejó todo y lo siguió. Comenzó la gran obra de su vida de una manera muy humilde, dando agua a las manos de Elías (2 R. 3:11).
No buscó grandes cosas para sí mismo, sino solo agradar y ayudar a su señor. ¡Que las palabras de nuestro Maestro lleno de gracia puedan ser ciertas en nuestras bocas cuando afrontemos las necesidades de los hombres! Yo estoy entre vosotros como el que sirve. Haced lo que Él os diga (Jn. 2:5).