El Poder de la Presencia del Arca. Bosquejos Bíblicos para Predicar 1 Samuel 6:2
Al considerar el poder del arca en sus varias relaciones, deseamos ver a Jesús y el poder de su presencia cuando somos traídos en contacto con Él.
I. La presencia del arca es la esperanza de los humildes. Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová (Jos. 7:6). Israel había huido perseguido por los hombres de Hai, derrotado debido a un pecado secreto. Esto hace que Josué se postre en tierra, humillado e inerme delante del Señor.
El pecado secreto es causa de mucho de nuestro fracaso en el servicio de Dios. Si nos diéramos cuenta, como Josué, de la deshonra que tales fracasos traen a Cristo, estaríamos más frecuentemente sobre nuestros rostros delante de Él. Aunque el enemigo tiene en ocasiones ventaja sobre nosotros, ¡que gran consuelo tenemos al saber que Él ha dicho: «He aquí, yo estoy con vosotros», y que «Todo poder me ha sido dado»
(Mt. 28:18-20).
II. La presencia del arca es la gloria de Israel. «Traspasada es la gloria de Israel; porque había sido tomada el arca de Dios» (1 S. 4:22). Israel sin el arca es como un rebaño sin pastor, como sal sin sabor, como cuerpo sin alma.
¿Qué hay más insípido que la sal sin sabor? ¿Y qué más inútil que un cristiano sin poder? (Jue. 16:20), La presencia de Cristo es la gloria de su Iglesia. La Iglesia, o el creyente, vivirán, resplandecerán y triunfarán precisamente en la proporción en que Cristo viva y resplandezca en ellos. Él no dará su gloria a otro.
III. La presencia del arca es el derrumbamiento del paganismo. «He aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas» (1 S. 5:4). Ningún otro dios puede mantenerse firme en presencia de Cristo, nuestra arca. Todos los poderes de este mundo deben aún caer postrados ante Aquel cuyo Nombre es sobre todo otro nombre.
Traed al Cristo viviente cara a cara con el paganismo, y caerá sin cabeza ni mano a sus pies. No hay otro remedio. Puede que haya Dagones en el corazón que se exalten contra Dios, como el orgullo, el mundo, el temperamento irascible. Que Cristo tome su lugar en el trono del corazón, y todos estos se desplomarán.
IV. La presencia del arca lleva a la perplejidad a sus enemigos. ¿Qué haremos del arca de Dios? (1 S. 5:8) ¿Qué haremos del arca de Jehová?» (1 S. 6:2) Pilato dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús? (Mt. 27:22), y los escribas y fariseos tuvieron consejo entre sí acerca de qué podrían hacerle a Jesús (Lc.6:11).
Llegaron a la conclusión, como los filisteos, de enviarlo fuera. Le rogaron que se apartara de su región. Cuando Cristo, por su Espíritu y Palabra, se presenta ante los corazones de los pecadores, sigue habiendo perplejidad. «¿Qué haré?» O hay sometimiento y aceptación, o resistencia y rechazo.
V. La presencia del arca es la reprensión de los presuntuosos. Entonces Dios hizo morir a hombres de Betsemes, porque habían mirado dentro del arca de Jehová; hizo morir cincuenta mil y setenta hombres (1 S. 6:19). Levantar la cubierta del arca era quitar lo que cubría la ley quebrantada, exponiéndose con ello al ministerio de muerte.
Ésta tenía que ser la suerte de los que presuntuosamente echaran a un lado la expiación de Cristo (1 Jn. 2:2). Uzá extendió su mano al arca de Dios, y lo hirió Dios allí por aquella temeridad (2 S. 6:6). Se había dado la advertencia. Que no toquen cosas santas, pues morirían (Nm. 4:15). El arca, como símbolo del poder de Jehová, no necesita de la mano de Dios para sostenerla.
Elí temblaba por el arca, y cayó muerto (1 S. 4:18). La incredulidad nos hace temer por la causa de Cristo. ¡Qué presunción habría sido echarle una cuerda a Cristo cuando caminaba sobre la mar! Algunos sabios de nuestros días parecen más preocupados acerca de salvar a Cristo que acerca de llevar a hombres a la salvación por medio de Él. Sí, tienen ansiedad acerca de que el sol pueda ser barrido por los vientos.
VI. La presencia del arca es el gozo del pueblo de Dios. «Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová… Así David y toda la casa de Israel subieron el arca de Jehová con júbilo y sonido de trompeta » (2 S. 6:15, 16). La presencia manifiesta de Cristo siempre da alegría a los corazones del pueblo de Dios; y este gozo de cierto provoca el escarnio de los impíos, del mismo modo que la hija de Saúl se burló de David.
Si David danzó de gozo cuando pensó en todo lo que se significa por «el arca con nosotros», ¡cuánto más deberíamos nosotros cuando pensamos en todo lo que significa «Cristo en nosotros»!
VII. La ausencia del arca es la derrota del pueblo de Dios. Sin embargo, se obstinaron en subir a la cima del monte; pero el arca del pacto de Jehová, y Moisés, no se apartaron de en medio del campamento (Nm. 14:44). Salieron sin el arca, y fueron derrotados por el enemigo. Si nosotros vamos en nuestra propia fuerza habrá las mismas consecuencias.
Cada esfuerzo al margen de Cristo es un fracaso a los ojos de Dios, aunque sea recompensado con la alabanza de los hombres. «Sin Mí nada podéis hacer» (Jn. 15:5). Es bien posible que un «esfuerzo especial» para ganar almas no sea otra cosa que una exhibición carnal.
Pedro trabajó toda una noche en una barca sin Cristo, y tuvo que confesar: «no hemos pescado nada» (Lc. 5:5), pero luego tuvo al Maestro con Él, y tuvo éxito