La Muerte de Josué. Bosquejos Bíblicos para Predicar Josué 24:29-31
«Cuando los peligrosos escollos ya superados son, Cuando cesan las amenazadoras tempestades, ¡Oh cuán dulce por fin reposar En un silencioso puerto de paz!Aunque desconocido el puerto pueda ser, Aunque ninguna carta de navegar su nombre esté, Brillante su haz sobre Uno resplandece, Y dichoso es allí el refugio hallar.»
El puerto de refugio del marino espiritual no tiene lugar en las cartas de navegación de la tierra. El Puerto de la Muerte es un refugio donde los ansiosos por las ganancias del mundo no tienen deseo alguno de echar el ancla. Algunos sin embargo se precipitan a él cuando ruge la tempestad con el intento de escapar a lo que les parece más terrible que la separación del alma del cuerpo.
El «puerto de paz» del cristiano es el seno de Dios. Para él, la muerte es tan solo las plácidas aguas de la bahía, que le hablan de lo cercano que está el reposo que se halla en el puerto de su presencia saciadora. Morir es ganancia. La muerte de Josué fue el triunfo definitivo de un vencedor. Y sugiere
I. Un gran honor. «Josué hijo de Nun, siervo de Jehová» (v. 29). ¡Qué privilegio tener el nombre y carácter de uno tan estrechamente relacionados con el Señor! Ser conocido como «siervo del Señor» es una herencia digna de ser codiciada. Es infinitamente mejor que ser conocido como un hombre de éxito o un millonario.
No hay grado que en la eternidad vaya a tener tanto peso como éste. De muchos se puede verdaderamente decir: «Nicolás, siervo del mundo», «Antonio, siervo del pecado», «Alejandra, sierva del yo», «Margarita, sierva de la moda». Estas personas ya tienen su recompensa, su corona de honor está en el polvo en lugar de en el Señor.
II. Un privilegio pasajero. «Después de estas cosas, murió Josué hijo de Nun» (v. 29). Sí, mueren hasta los considerados como indispensables para el buen suceso de la obra de Dios. No importa cuán grande sea el peso de la responsabilidad, tiene que ser echado a un lado. La vida misma, con todas sus grandes y eternas potencialidades, es tan solo una oportunidad pasajera.
Las palabras clave de Génesis 5 son: «y murió». «Está reservado a los hombres el morir una sola vez.» Pero este breve tiempo que pronto se desvanece es suficiente para cumplir la obra que Dios nos ha encomendado si se redime el tiempo. ¿No estaba acaso bien consciente de esto el Señor cuando dijo: «Es necesario que Yo haga las obras del que me envió, entretanto que el día dura»? (Jn. 9:4). Su día de trabajo fue corto, pero, ¡cuánta obra efectuó!
III.Un reproche a la codicia. «Y enterráronlo en el término de su posesión» (v. 30, RV). No importa lo grande que sea nuestra posesión terrenal, un pequeño agujero en su término será suficiente cuando se vaya el espíritu. Los que se enorgullecen en añadir casa a casa y terreno a terreno deberían recordar que muy poco dinero será suficiente para pagarles su sudario. Hay muchos sepulcros en los términos. Aquella hoya en el cementerio puede significar el término de tu posesión.
El sepulcro no es solo el término de nuestra heredad terrenal, sino que es también el límite de la eternidad. «Se siembra cuerpo natural, resucitará cuerpo espiritual» (1 Co. 15:44). El término es el último punto de contacto con lo antiguo y para morir, antes de tocar lo nuevo y eterno. Poned vuestros afectos en las cosas de arriba, no en las cosas que están sobre la tierra.
IV. Un aliento a la fidelidad. «Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué» (v. 31). Otra evidencia de la influencia póstuma de una vida santa. «Muerto él, habla todavía.» El rey que no conocía a José trató duramente a sus hermanos. La memoria de los malvados perecerá, mientras que los justos serán recordados eternamente.
Piensa en la influencia póstuma de Jesucristo. Cuanto más elevada la vida o intensa la luz tanto más lejos irradiará su poder y gloria. Jesucristo ha sido exaltado al cielo, «por encima de todo», para que su influencia pudiera alcanzar hasta lo último de la tierra y hasta las mayores profundidades de la necesidad humana, y hasta el fin de las edades.
Hasta allí donde nuestras vidas sean vividas en lugares celestes actuarán con un poder represor o alentador sobre aquellos que puedan venir detrás. El sol puede ponerse, pero el efecto de sus benéficos rayos sigue actuando sobre cada ser vivo. Para mí el vivir es Cristo.