ELISEO, O EQUIPADO PARA EL SERVICIO Bosquejos Biblicos de 2 Reyes 2:1-15
2 Reyes 2:1-15
«Solo aquella obra que para Dios solo es hecha, De deleite tiene un creciente galardón; Galardón por la vista no afectado de Gran triunfo, ni por su pérdida abatido»
HAVERGAL
Mientras araba, Elías «echó sobre él su manto» (1 R. 19:19). El hecho de haber sido cubierto con el manto profético es la segura evidencia de haber sido «llamado por Dios».
Eliseo no predicó como un candidato. El «llamamiento» de Dios va siempre acompañado de la necesaria idoneidad (véase Lv. 8:1, 6, 13, 24, 30; Is. 6). Contemplemos a Eliseo como el tipo del fiel siervo de Cristo. Él:
I. Sigue los pasos de su amo. «Vive tu alma, que no te dejaré» (vv. 2-6). Siguió a su amo desde Bethel (la Casa de Dios) hasta el Jordán, el lugar de la Muerte y de la Separación.
La devoción personal debiera mantenernos caminando cerca del Señor (Rut 1:16). Pedro siguió de lejos, y conocemos las consecuencias.
II. Participa de la victoria de su amo. «Las cuales [aguas] se apartaron a uno y otro lado, y pasaron ambos en seco» (v. 8). Como con Elías, así con Cristo, las oscuras aguas de la muerte (el Jordán) corrían entre Él y su ascensión al Cielo, pero fue a través de ellas. Nosotros, sus seguidores, compartimos ahora su victoria (Ro. 6:4; Gá. 2:20; 1 Co. 15:55-57).
III. Busca el espíritu de su amo. «Que vengan sobre mí dos partes de tu espíritu» (v. 9). Gozaba de estar con su amo, y ahora quiere ser como él. Éste es siempre el resultado de conocer a Jesús, el deseo de ser hechos semejantes a Él (Fil. 3:10).
Cada cristiano tiene la común participación del espíritu (Ro. 8:9). ¡Cuán pocos parecen tener la doble medida! (Hch. 19:2; 1 Jn. 2:27). Anhelad los mejores dones.
IV. Es testigo de la gloria de su amo. «He aquí un carro de fuego con caballos de fuego… y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo…» (vv. 11, 12).
Habiendo seguido a Cristo a la muerte y sepultura por la fe, venimos a ser testigos oculares de su gloria en Resurrección (Ro. 6:11; 2 P. 1:16, 17).
Eliseo debe seguir a su amo a través del Jordán para verlo tomado arriba. Antes que Cristo viva en nosotros, nosotros morimos con Él (Gá. 2:20). Fue este espectáculo lo que le hizo rasgar sus vestidos (Gn. 37:29).
V. Recibe los dones de su amo. «Alzó luego el manto de Elías que se le había caído» (v. 13). El manto cayendo del amo ascendido parece emblemático de la venida del Espíritu Santo después que Jesús fue glorificado.
Este santo manto puede ser aceptado o dejado sin emplear. Para Eliseo era la prenda de la recepción de una doble porción del espíritu de su amo.
Sin este don jamás podremos, como debiéramos, rogar a los hombres en nombre de Cristo (2 Co. 5:20).
VII. Manifiesta la semejanza de su amo. «Viéndole los hijos de los profetas… dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo» (v. 15).
Hacía las obras de su amo, y así reflejaba la imagen de su amo. ¿Lleva nuestra vida y testimonio a una confesión así? (Hch. 4:13).
Rasguemos nosotros nuestras propias vestiduras (voluntariosidad) y tomemos el manto (el Espíritu) de nuestro Señor y Amo glorificado, para que exhibamos el poder de su resurrección haciendo sus obras (Jn. 14:12-13).