Las Demandas del Señor. Bosquejos Bíblicos para predicar Deuteronomio 10:12-22
«De toda otra confianza desligados, De toda ’anterior concupiscencia’ liberados; Tu liberto soy, oh Señor, y a Ti clamo, Guárdame de dolorosos tropezones. Unge mis ojos con tu visión misma, E impregna Tú mi ser entero Para que por Ti del todo asido, Llegue a su fin este conflicto fatigoso.»
El secreto del reposo y de la victoria reside en dejar de debatirse contra las demandas de Dios. No fue hasta que Jacob cedió ante el hombre del Cielo, en el torrente de Jaboc, que llegó a ser un príncipe prevaleciente. Aquí tenemos una pregunta que debería entrar de manera poderosamente inquisitiva en el corazón de cada hijo de Dios: «¿Qué pide Jehová tu Dios de ti?». (v. 12). En verdad que esta pregunta debería constreñirnos con honradez a hacer esta pregunta: «Señor, ¿qué quieres que haga?».
I. El Señor hace ciertas demandas.
1 COMO NUESTRO CREADOR. «De Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella» (v. 14). Como criaturas de su mano creadora, vivimos y nos movemos sobre y en las cosas que son de Dios (Sal. 24:1). ¿Qué tenemos que no hayamos recibido? Como nuestro Hacedor, Él demanda el homenaje agradecido de nuestras vidas.
2 COMO NUESTRO REDENTOR. «Él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto» (v. 21). Al redimirlos de la casa de servidumbre egipcia fue mediante grandes cosas en misericordia para ellos, y cosas terribles en juicio contra sus enemigos.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley. Por precio fuisteis comprados, glorificad por tanto a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, que son de Él. «A Él solo servirás » (Mt. 4:10).
II. Cuáles son estas demandas. «¿Qué pide Jehová tu Dios de ti?». La demanda se basa en el hecho de su gracia salvadora. Tu Dios que ha hecho tan grandes cosas por ti. Él pide:
1 UN TEMOR FILIAL. «Que temas a Jehová tu Dios» (v. 12). No como un esclavo que teme a su amo debido a los azotes, sino como un hijo amante y consciente teme herir o deshonrar a su padre. Dios es nuestro Padre, pero Él es asimismo Juez, y tiene poder para echar tanto el alma como el cuerpo en el infierno. «Sí, Yo os digo, a éste debéis temer.»
2 UN CAMINAR OBEDIENTE. «Que andes en todos sus caminos » (v. 12). Si queremos andar en sus caminos debemos estar dispuestos a poner continuamente al Señor delante de nosotros, y entonces nuestro andar será «digno del Señor, agradándole en todo» (Col. 1:10). ¿Qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y caminar humildemente ante tu Dios (Mi. 6:8).
3 UN CORAZÓN AFECTUOSO. «Que lo ames» (v. 12). El que mira al corazón demanda la verdad en lo íntimo. ¿Qué hay más abominable y repelente que un amor fingido? Es la más repulsiva etapa de la lepra del pecado. Las meras palabras pronunciadas a oídos de Dios no cumplirán las demandas de su corazón con respecto a nosotros. Amarás a Jehová tu Dios de todo corazón. Si alguno no amare al Señor Jesucristo, sea anatema.
4 UN SERVICIO CORDIAL. «Y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» (v. 12). Ésta es una demanda divina que precisa ser especialmente apremiada en su Nombre. No somos salvos meramente para gozarnos en la salvación, sino para glorificar a Dios mediante una vida de servicio consagrado para Él. Este servicio implica vender, dar, seguir (Mr. 10:21). Al cojo le dijo Pedro: «Lo que tengo te doy». Presentad vuestros cuerpos en sacrificio viviente a Dios. Éste es vuestro servicio racional (Ro. 12:1).
5 UNA VOLUNTAD SOMETIDA. «No endurezcáis más vuestra cerviz» (v. 16). Habiéndonos presentado a Dios, como hizo Isaac con su padre, seamos quedamente sumisos como lo fue él (Gn. 22). «Aquí estoy, haga de mí lo que bien le parezca» (2 S. 15:26). El barro que permanece tieso en manos del alfarero no será conformado en una vasija de gran honra. «No se haga mi voluntad, sino la tuya.»
6 UN ESPÍRITU CARITATIVO. «Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto» (v. 19). Esta es otra demanda de lo más sana de parte del Señor. Era mientras que éramos extraños y enemigos que Dios nos amó, y que su Hijo murió por nosotros, por ello si el amor de Dios está en nosotros tendremos compasión de los que están fuera del camino. Así erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados. Habiendo sido vosotros antes extranjeros, deberíais saber «cómo es el alma del extranjero» (Éx. 23:9). Recordad las palabras del Señor Jesús tal como están registradas en Lucas 10:29-37.
7 UNA FE TENAZ. «El Jehová tu Dios, a Él te adherirás» (v. 20, V.M.). Él es nuestra vida, adherirnos al Viviente. Que nuestra adhesión sea tan tenaz como la de la lapa sobre la roca, que tanto más se aferra a ella cuanto más se ve azotada por las olas. «No te dejaré ir». Fijo está mi corazón (Sal. 57:7, V.M.). La adhesión al Señor es el secreto del poder, y los tales siempre compartirán de su resplandor. Señor, ¿a quién iremos?