Los Espíritus Encarcelados. Bosquejos Bíblicos para Predicar 1 Pedro 3:18-22
¡Qué problema constituye esta sección! Tocante a ella, el Dr. Jowett escribió: «El pasaje final de este gran capítulo es como un paisaje bajo la incierta luz del amanecer. Aquí y allá las negras sombras permanecen y prolongan la noche.
Los valles están llenos de neblina. Una niebla general domina la escena. El velo sólo ha caído de algunas cosas, y sus formas se ven en sugestivas siluetas. De manera global, estamos tratando acerca de oscuras indicaciones, con desvelamientos parciales, que despiertan maravilla más que comunican iluminación ». Se sostienen tres puntos de vista distintos sobre la predicación a los espíritus encarcelados, dos de las cuales rechazamos.
I. Una probación después de la muerte. Después de su muerte, nuestro Señor descendió a los infiernos para predicar el Evangelio. Algunos creen que esta probación es solo para los que nunca han oído el Evangelio de Cristo.
¡Oh, la insensatez de edificar una idea y esperanza así en base de un solo y poco claro pasaje de la Escritura. Esta Escritura no dice que haya una probación después de la muerte. Nuestro período de prueba es aquí y ahora, en la vida.
II. Jesús fue a los ángeles, a los ángeles caídos, encarcelados, para proclamar su triunfo en la cruz. Hay más en estos versículos para apoyar este punto de vista que la primera idea que hemos observado. Porque la palabra traducida «espíritus» por sí misma, sin ninguna descripción calificadora, se usa siempre de seres sobrenaturales, más altos que los hombres, pero menores a Dios.
Comparando ciertos pasajes, como 2 Pedro 2:4 a 9; 1 Ti. 3:16; Jud. vv. 6 y 7, aprendemos que antes del diluvio ciertos seres angélicos pecaron. Pero observemos esto, que la palabra traducida «predicó» nunca se emplea en conexión con la predicación del Evangelio. Rotherham lo traduce como «proclamar» o «anunciar».
Si aceptamos este punto de vista, entonces lo que el pasaje expresa de manera sencilla es que la triunfante consumación de la muerte de Cristo fue dada a conocer al Infierno lo mismo que al Cielo. No se nos dice que ninguno se arrepintió, ni que podrían arrepentirse.
III. Una predicación que tuvo lugar en días de Noé, por parte del mismo Noé. El doctor Pierson, que era muy equilibrado, declaró: «Estas Escrituras no se refieren en absoluto a su propia predicación (esto es, del Señor Jesús) a ellos después de su propia muerte, sino en la persona de Noé por el Espíritu Santo, que condujo a Noé como predicador de Cristo».
Noé era predicador. Él predicó, para el Señor, mediante la ayuda del Espíritu Santo. «En el cual (Espíritu) también fue y predicó (por medio de Noé) a los espíritus (ahora) encarcelados » (C. H. MacIntosh).
No dejes que este problema de los «espíritus encarcelados» te aparte de la principal idea de los versículos. Pedro está comparando los padecimientos de nuestro Señor con los padecimientos de sus perseguidos seguidores.
¿Estás padeciendo? Aliéntate, no eres un caso excepcional. Incluso nuestro Maestro no fue eximido del sufrimiento, y el sufrimiento no tiene por qué obstaculizar nuestra utilidad.