ACERCA DE LA SEQUÍA | Jeremías 14:1-9 - Bosquejo para Predicar
Los tiempos de escasez son tiempos de prueba. Desde luego, Dios tiene un perfecto derecho a retener sus dones cuando y como quiera. Una escasez de agua, o una escasez de poder espiritual y de fruto, pueden tener el designio de ejercer una saludable influencia sobre los que la padecen. «No son. vuestros caminos mis caminos», dice el Señor. Observemos:
I. La evidencia de la sequía.
1 Había una ENTRISTECIDA PERPLEJIDAD. «Se enlutó Judá, y sus puertas languidecen» (v. 2). La nación está angustiada en su alma, de manera que las puertas–el mercado–están desiertas.
2 Había VASOS VACÍOS. «Sus criados… volvieron con sus vasijas vacías». Todo esto es solemnemente sugerente del tiempo de sequía espiritual cuando el refrescante y avivador Espíritu de Dios es retenido, y cuando languidece la obra de Dios en las puertas (las iglesias), y cuando los siervos presentan solo «vasijas vacías» a una sedienta familia. No hay para asombrarse de que:
3 «SE AVERGONZARON, SE CONFUNDIERON, y cubrieron sus cabezas» (v. 3). Cuando el manantial de la Palabra de Dios se seca y se agrieta la experiencia personal, entonces abundan los vasos vacíos y las almas sedientas. La escasez de conversiones significa carencia de poder.
II. La causa de la escasez. «Nuestras iniquidades testifican contra nosotros… porque nuestras apostasías se han multiplicado, contra ti hemos pecado» (v. 7). Si el cielo que está sobre nosotros es como de bronce, y la tierra debajo como de hierro, es debido a nuestras iniquidades y apostasías.
La iniquidad que separa de Dios separa de la Fuente de Aguas de Vida. El rocío de su refrescante Espíritu no cae sobre el estéril desierto. La vergüenza y las vasijas vacías son la consecuencia de los corazones recaídos.
III. Remedio. ¿Hay, empero, algún remedio para la sequía? Sí, cuando la condición moral del hombre ha venido a ser la causa de la rebelión del cielo.
El remedio reside en nuestra actitud para con el mismo Señor como un poderoso Salvador. «Oh tú, esperanza de Israel, Salvador suyo en el tiempo de la aflicción… ¿Por qué eres como… valiente que no puede librar?» (vv. 9, 10).
Es una confesión y una apelación. «Actúa por amor de tu nombre» (v. 7). Tenemos que despertar al hecho de la omnipotencia de nuestro Dios para liberar, y de la infinita profundidad de su compasión para con su pueblo. «¿Por qué te has hecho… como caminante que se retira para pasar la noche? » (v. 8).
¿Por qué esta conducta suya para con nosotros, como nuestro Redentor y Amigo, debiera ser más como la de un caminante que pasa de largo que la de nuestro permanente Compañero y ayudador? La razón es que hemos llegado, por nuestra actitud mundana e incredulidad, a no ser aptos para su comunión. Con todo, sus deseos son por los suyos, para bendecirlos con «abundancia de vida» (Lc. 24:29).
De nada nos sirve decir: «Sin embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre» (v. 0), si no detenemos nuestros pies de los caminos del error y de la incredulidad (v. 10).
El remedio para la sequía espiritual es la confesión, la restauración y la resignación (v. 22; Jn. 15).