UNA PUERTA ABIERTA PARA TI. Bosquejos Biblicos para Predicar Apocalipsis 3:8
Cuando no encuentran trabajo, los honrados profesionales tienen que decir frecuentemente, con un corazón pesado y pies cansados: «se me cierran todas las puertas». ¡Qué triste sería si no hubiera para las almas fatigadas y cargadas de pecado ninguna puerta abierta al amor de Dios o a la gracia de Jesucristo. La obra de Cristo fue la obra de un Abridor. El pecado había cerrado la puerta de todo privilegio espiritual, pero Aquel que tiene ahora las llaves de la muerte y del Hades ha puesto delante de nosotros:
I. La puerta abierta de la salvación. «Yo soy la puerta; el que entre por medio de mí, será salvo.» Ésta es una puerta para huir de la ira de Dios, de la culpa y contaminación del pecado, y de la tiranía del yo. Es para ti, y por ello puedes tener libertad para entrar mediante la sangre de Jesús. Ven ahora.
II. La puerta abierta de la enseñanza. El privilegio de ser «enseñados de Dios» está abierto para todos. Si alguien tiene falta de sabiduría, que la pida; la puerta a la sala de audiencias divinas está ahora abierta por el Nombre de Jesús. Él puede no solo «abrirte las Escrituras », sino también ungirte los ojos con un colirio que te hará ver cosas maravillosas en su Santa Palabra. Él puede también hacerte inteligente y penetrante, sabio en Cristo.
III. La puerta abierta de la oración. Otros han logrado grandes victorias por la oración. La misma puerta por la que han entrado en la plenitud de la bendición está abierta para ti. «Si pedís algo en mi Nombre.» Moisés, Elías, David, Daniel, Pablo, Lutero, Knox, Müller, Quarrier y una hueste de otros poderosos, lo debían casi todo a esta puerta abierta. ¿Quién puede contar todo el provecho que tendrás si le oras a él? (Job 21; 15). Entra ahora.
IV. La puerta abierta de la comunión. Éste es otro glorioso privilegio abierto a todos los santos. «Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Stg. 4:8). El Señor no precisa de ningún apremio urgente para acudir y morar con nosotros. El más profundo anhelo de su amante corazón es que «permanezcamos» en él. Su dificultad con nosotros es nuestra puerta cerrada a él. «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo.»
V. La puerta abierta del poder. Es indudable que algunos tienen más poder espiritual que otros. ¿Cómo? ¿Acaso han logrado un favor especial para con Dios por medio de alguna puerta privada y escondida? ¿No ha dicho él que «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra. Por tanto, id»? (Mt. 28:18, 19). Id por tanto a él y por él. «Él da vigor al cansado, y acrecienta la energía al que no tiene fuerzas» (Is. 40:29). Él ha puesto esta puerta abierta delante de ti. Espera en él, y recibirás su poder.
VI. La puerta abierta de servicio. Si eres un hijo, ve hoy a trabajar a su viña: tienes la puerta abierta, y el trabajo te espera. ¿Qué puedes hacer? Haz lo que se te ha mandado: «Ve a trabajar». Cristo no nos fuerza a servirle ni a seguirle, pero sí que manda e invita. ¿Quién está pues dispuesto a consagrar su servicio al Señor, un servicio de corazón y de voz, de mente y de medios? En cada campo misionero extranjero tenemos ante nosotros puertas abiertas y eficaces.
VII. La puerta abierta del cielo. «Voy a preparar lugar para vosotros. » Los que son de Cristo no tienen temor de que jamás esta puerta se les cierre. Él la abierto, y nadie puede cerrar. Seamos fieles ahora, aprovechando totalmente los privilegios que nos son ofrecidos, para que nos sea dada abundante entrada en aquel día, cuando lleguemos a entrar por esta puerta a la ciudad. Cuídate de que no sea tu papel el de las vírgenes insensatas que se quedaron fuera cuando «se cerró la puerta».