A. EL NOMBRE: (forma gr.) = «que hace olvidar».
(a) Hijo primogénito de José, nacido en Egipto; su madre fue Asenat, hija de Potifera, un sacerdote de On. Manasés, al igual que su hermano Efraín, era medio hebreo y medio egipcio (Gn. 41:50, 51).
Cuando Jacob quiso bendecir a los dos muchachos, José puso a Efraín a su izquierda y a Manasés a su derecha. Pero Jacob, moribundo, cruzando los brazos, puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín y su izquierda sobre la de Manasés, para indicar que Efraín engendraría un pueblo más numeroso (Gn. 48:8-21).
(b) Modificación intencional del nombre de Moisés (Jue. 18:30). (Véase JONATÁN, a.)
(c y d) Uno de los hijos de Pahat-moab y uno de los hijos de Hasum. Esdras persuadió a cada uno de ellos a que despidieran a sus mujeres extranjeras.
(e) Hijo y sucesor del rey Ezequías. A la edad de 12 años, hacia el año 693 a.C., accedió al trono. Destruyó la obra reformadora de su padre, erigiendo santuarios paganos sobre los lugares altos, para honrar a Baal, erigiendo en el templo de Jerusalén altares dedicados al culto de los astros; inmoló también a uno de sus hijos a Moloc.
Manasés no prestó atención alguna a las severas advertencias de los profetas; llenó Jerusalén de sangre inocente. Persiguió especialmente a aquellos que, por fidelidad a Jehová, se oponían a sus decretos (2 R. 21; 1-16). La tradición rabínica lo acusa de haber dado muerte al profeta Isaías aserrándolo por medio; en el NT parece hacer referencia a ello (cfr. He. 11:37).
Dios entregó a este rey al enemigo. Esar-hadón y Assurbanipal, reyes de Asiria, declaran haber recibido tributo de Manasés.
Manasés se arrepintió profundamente cuando su reino le fue devuelto. Destruyó entonces los ídolos, causa de su ruina, y restableció el culto a Jehová; fortificó Jerusalén (2 Cr. 33:12-19).
Su reinado, el más largo de los de los reyes de Judá, duró 55 años. Manasés murió alrededor del año 639 a.C., dejando en el trono a su hijo Amón (2 R. 21:17, 18; 2 Cr. 33:20).
B. Arqueología:
Los anales asirios no hablan del desplazamiento de Manasés a Babilonia (2 Cr. 33:11). Pero en una inscripción de Esar-hadón se relata una visita forzada que tuvo que hacer a Nínive, alrededor del año 678 a.C. Esar-hadón dice en ella: «... y yo convoqué (después de haber construido un palacio real más grande) a los reyes de Siria; ... Baalu, rey de Tiro; Manasés, rey de Judá; Kaushgabri, rey de Edom; Mussuri, rey de Moab... (etc.).
Veinte reyes en total. Les di mis órdenes.» (D. D. Luckenbill, «Ancient Records of Syria and Babilonia 2», Secc. 690). Los críticos creen por ello que la deportación de Manasés tuvo lugar a Nínive, y no a Babilonia como afirma el texto bíblico.
Sin embargo, las inscripciones cuneiformes demuestran que Esar-hadón había reconstruido y embellecido Babilonia, destruida por su padre Senaquerib (ibid., Secc. 646-647); es perfectamente posible que llevara a estos veinte reyes congregados a que vieran aquel esplendor. Y, desde luego, no se puede aducir del silencio que Manasés no hubiera sido enviado allí.
La Estela de Esar-hadón, también llamada de Endjirli, muestra a Baalu, rey de Tiro, maniatado y en actitud suplicante ante el rey de Asiria. A su lado se encuentra Tirhaca, el rey de Etiopía (2 R. 19:9), con los labios atravesados por un garfio unido a una cuerda sostenida por Esar-hadón (S. Caiger, «Bible and Spade», 1947, PP. 163-164).
C. La tribu:
Surgida de Manasés comprendía siete clanes. Maquis, hijo de Manasés, fundó uno; los otros seis descendían de Galaad, nieto de Manasés (Gn. 50:23; Nm. 26:28-34; Jos. 17:1, 2). Durante el primer censo en el desierto, Manasés contaba con 32.200 hombres capaces de llevar armas (Nm. 1:34, 35); en el segundo censo, 38 años después, contaba con 52.700 (Nm. 26:34).
Cuando Moisés hubo vencido a Sehón, rey de Hesbón, y a Og, rey de Basán, una mitad de la tribu de Manasés se unió a las tribus de Rubén y de Gad para pedir permiso para quedarse al este del Jordán.
Recibieron este permiso con la condición de que pasaran en armas delante de sus hermanos, para ayudarles a conquistar el país al oeste del Jordán (Nm. 32:33-42; cfr. Nm. 32:1-32; 34:14, 15; Dt. 3:12, 13; 29:8; Jos. 12:4-6; 18:7). Cumplieron esta condición (Jos. 1:12-18; 4:12).
Después de haber conseguido la victoria, volvieron a las regiones que habían escogido. Un malentendido acerca de la construcción de un altar hizo peligrar la concordia, que pronto se restableció (Jos. 22:1-34). El país asignado a la media tribu de Manasés, al este del Jordán, englobaba una parte de Galaad y todo el Basán (Dt. 3:13-15), a partir de Mahanaim (Jos. 13:29-33).
Este territorio se extiende 100 Km. de este a oeste, y 65 o más de norte a sur. Está formado en gran parte por una meseta de 760 m. de altura, una de las regiones más ricas de Palestina y uno de los principales graneros de Siria.
Está llena de ruinas de ciudades. La otra media tribu atravesó el Jordán y recibió su herencia en la Palestina central, al oeste del Jordán. Sus límites eran: al sur, Efraín; al noroeste, Aser; al noreste, Isacar.
Su frontera meridional pasaba por Janoa y Taanat-silo, cerca de Siquem; seguía la orilla septentrional del arroyo de Caná hasta su desembocadura en el Mediterráneo (Jos. 16:6, 7; 17:5-10). Pero los hijos de Efraín tuvieron ciudades entre los hijos de Manasés (Jos. 16:9) y estos últimos poseían ciudades en el interior de Isacar y de Aser: Bet-seán, Ibleam, Dor, Endor, Taanac, Meguido (Jos. 17:11; cfr. 1 Cr. 7:29).
Los descendientes de Manasés no echaron a los moradores de las ciudades cananeas, sino que se conformaron con exigirles tributo (Jos. 17:12, 13; Jue. 1:27, 28). Hubo ciudades de Manasés destinadas a los levitas, como en las demás tribus: Golán, en Basán, al este del Jordán, era una de las seis ciudades de refugio (Jos. 20:8; 21:27).
Gedeón, héroe y juez, fue el más ilustre de los descendientes de Manasés (Jue. 6:15; cfr. 6:35; 7:23). Hubo hombres de Manasés que se unieron a David en Siclag (1 Cr. 12:19, 20), y 18.000 de ellos se pusieron a su disposición en Hebrón (1 Cr. 12:31; cfr. 1 Cr. 12:37).
La media tribu al este del Jordán, asociada con Rubén y Gad, guerreó contra los agarenos y se apoderó del territorio de ellos. Después, Tiglat-pileser deportó a estos israelitas (1 Cr. 5:18-26). De Manasés se unieron a Asa de Judá, cuando vieron que Jehová estaba con él (2 Cr. 15:9). También de esta misma tribu acudieron a la gran Pascua celebrada bajo Ezequías, y después a la de Josías (2 Cr. 20:1, 10, 11, 18; 31:1; 34:6, 9).
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