Amplíe su Horizonte.
Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero no todos tenemos el mismo horizonte. Los originales siempre ven un cuadro más amplio. Ampliar el horizonte significa tener la posibilidad de ver el potencial que está a su alrededor. Cuando amplía su horizonte, cambiará su perspectiva de la vida. Comenzará a ver de otra manera las cosas a su alrededor.
Las demandas del mundo no rigen la provisión de los cristianos. «No tema dar un gran paso, si es lo indicado. No puede cruzar un abismo de dos saltitos» (desconocido). «Si apunta al sol, tal vez no lo alcance, pero su flecha volará mucho más alto que si la apunta a un objeto a su mismo nivel», dice Joel Hawes.
El horizonte de una mujer cambió para siempre cuando se encontró con Picasso en un restaurante y le pidió que le hiciera un garabato en una servilleta. Picasso hizo lo que le pidió y luego dijo: «Eso vale $10,000». «Pero sólo le llevó treinta segundos hacerlo», exclamó la mujer. «No», dijo Picasso, «me ha llevado cuarenta años».
«Si el Hijo De Dios os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8.3). Conocer a Jesús da libertad, y esta le libera para tener un pensamiento y una visión más elevados. La visión es el arte de ver cosas invisibles.
Si lo que hizo ayer todavía le parece grande, no ha hecho mucho hoy (la Escuela Dominical). Nunca aprenderá sobre la fe en circunstancias fáciles. Cuando Dios le estira, nunca vuelve al formato original. Aquel que tiene miedo de hacer demasiado, siempre hace muy poco. Cerciórese de que el camino por el que va no le conduce a un callejón sin salida.
«El hombre no puede descubrir nuevos océanos, a menos que tenga el coraje de perder de vista la costa» (anónimo). Por eso dijo Jesús: «Lleva la barca hacia la parte más profunda» (Lucas 5.4, NVT). La magnitud de la fuerza espiritual desperdiciada es tal, que avergonzaría a las Cataratas del Niágara. A menos que intente ver más allá de lo que ya ha visto, nunca crecerá.