Buscando la Perla Preciosa | Reflexión cristiana por Ivan Tapia
“… que habiendo hallado una perla preciosa…” (San Mateo 13:45)
En esta parábola, como en la del tesoro escondido, también nos encontramos con algo muy valioso: una perla de gran precio. Pero ¿por qué Jesús cambia la figura del tesoro por una perla? Nada es sin propósito en la enseñanza del Señor y de seguro hay una razón para este énfasis. Algo nuevo y distinto debe querer enseñarnos en la figura de la perla.
La perla, similar al tesoro, nos enseña que aquello es algo o alguien:
1) Valiosísimo. Nada más valioso para un comerciante de perlas cultivadas que su producto. Si somos buscadores de perlas, será encontrar una nuestro mayor deseo.
- ¿Qué es lo más valioso que usted busca en la vida?
2) Oculto a la gente. Sólo el mercader sabe dónde puede encontrar buenas perlas. Si usted sabe cuál es la perla que desea, la buscará en el lugar correcto.
- ¿Dónde está buscando usted su “perla de gran precio”?
3) Que se debe encontrar. Es su misión encontrar ese producto valioso dentro de las ostras. Como mercader o comerciante de perlas, usted tiene una misión específica: Buscar en el lugar adecuado, identificar la perla auténtica, extraerla cuidadosamente para no dañarla, hacerla suya y eventualmente venderla o compartirla con otros.
- ¿Tiene usted claridad de cuál es su misión en la vida como “mercader de perlas” o no se identifica con ese rol?
4) Que se conserva en secreto. La perla se desarrolla encerrada dentro del molusco. La perla surge de una dificultad, un elemento externo que se introduce en la ostra y puede dañarla, como por ejemplo un grano de arena. Para protegerse de él, la ostra segrega unas substancias que recubren ese grano y así se forma la perla.
Muchas veces de una dificultad surgen soluciones que vienen a ser gran bendición a nuestra vida. Los problemas son medios que Dios utiliza para el desarrollo de una virtud o “perla” en nosotros.
Ante el problema del pecado que se introdujo en el mundo, Dios envió a Su Hijo que nos cubrió con Su sangre. De ser pecadores nos recubrió con Su misericordia y nos convirtió en santos.
- ¿Cree usted que Dios puede recubrir sus pecados, perdonarle y verle como santo; o se percibe indigno de perdón de Dios?
5) Que trae gran alegría cuando se halla. No hay mayor alegría para el comerciante de perlas que encontrar la más grande y brillante.
- ¿Cuál ha sido la más brillante perla encontrada por usted en la vida?
6) Lo más importante para quien la busca. Es su sentido de vida profesional, su propósito y razón de trabajo el hallar buenas perlas.
- ¿Cree usted que los cristianos somos metafóricamente “buscadores de perlas”?
7) Algo que está oculto dentro de un ser vivo. En una ostra para el mercader, no un terreno como en la parábola del tesoro escondido. La perla preciosa del Reino de Dios indudablemente es Jesucristo. En Él se reúnen todas las riquezas espirituales del Padre, como dice San Pablo:
“6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia” (Efesios 1:6-8)